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Viernes, 28 de marzo de 2008
La Jornada de Oriente - Puebla - Cultura
 
 

“La industria hollywoodense, el esbirro de los intereses económicos del cine mexicano”: González

El merecedor del Premio Ariel 2008 como realizador del mejor documental (Los viejos ladrones), Everardo González, habló con La Jornada de Oriente sobre el galardón, sobre los problemas que enfrentan los realizadores para producir, del relego y también del auge del documental como un género cinematográfico; de la falta de una legislación en cinematografía que proporcione un mayor apoyo económico y de distribución, así como de la poca permanencia de los filmes mexicanos en la cartelera de los cinemas comerciales, donde todavía siguen imperando las grandes empresas hollywoodenses.

 

El realizador criticó a los legisladores mexicanos, quienes están enfrascados en la discusión sobre si se puede fumar en bares, cuando “deberían analizar si el arte y la cultura pueden ser productivos en este país” / Foto: Abraham Paredes
Yadira Llaven
Puebla, Pue.

Posteriormente a la rueda de prensa que se ofreció para dar a conocer la programación de la gira de documentales Ambulante 2008, junto a la directora general Elena Fortes, se abordó al cineasta (México, 1971) para interrogarlo sobre el proceso de producción de Los viejos ladrones y otros temas.

Inicialmente, comentó que el premio recibido, la noche del martes, fue por el documental que narra los testimonios de un grupo de ladrones, que tuvieron su época cumbre en la década de los 60 y 70. “Es una visión romántica de lo que es el crimen, y el robo visto como oficio”, resumió.

La película describe un poco la relación de maestros y aprendices en el oficio del robo, y de ahí se desprende la historia de un afamado ladrón, Efraín Alcaraz Montes de Oca, apodado el carrizos, que en 1972 tuvo la fortuna de robar la casa de Luis Echeverría Álvarez, siendo presidente de la República, y que más tarde establece una estrecha relación con el servicio secreto con un agente apodado el pavoroso Drácula.

“Habla de estas relaciones y contubernios, entre los elementos policíacos y el crimen en México, es una apología del crimen y un reconocimiento a todos aquellos que estafaron y robaron sin la necesidad de la violencia. Pero también de la conducta moral y ética de los códigos de honor que existieron entre los policías y criminales, en décadas previas a que Arturo ‘El negro’ Durazo, asumiera la jefatura del Departamento de Policía y Tránsito de la ciudad de México”.

“Es una visión de quiénes son los que pagan finalmente las consecuencias de una sociedad enferma como la que tenemos, y que básicamente está rodeada de ladrones”. Al respecto, agregó, “otro de los grandes ladrones, al que este ladrón robó –el carrizos–, fue a José López Portillo, en 1982”.

“La película es eso, una reflexión de lo que es el robo y el crimen en México, además de la falta de procuración de justicia, de reformas judiciales, en un país donde el crimen está desatado y las autoridades rebasadas”.

–A 20 años de lo ocurrido, ¿sigue la sociedad enferma? –se le inquirió.

–Sí, pienso que sí, y aquí (en Puebla) la padecen bastante.

Sobre el reconocimiento, expuso que es el segundo Ariel que recibe por un documental, el primero fue por La canción del pulque, en 2003. “Mi sentir ahora fue más gratificante, porque también estuvo en la terna como mejor dirección, compitiendo con Luz silenciosa, de Carlos Reygadas; y Cobrador, de Paul Leduc”. 

Asimismo, el haber recibido el premio en edición, por la misma cinta, contendiendo con películas de ficción, “fue muy satisfactorio, porque es el reconocimiento máximo de la industria mexicana”.

Del subgénero periodístico, el documental salta a la cúspide

–¿Cómo ha recobrado importancia el documental, como un género cinematográfico, cuando anteriormente estaba relegado?

–Así es, lo que sucede es que durante muchas décadas, el documental era un subgénero del periodismo, de la antropología, o de la etnografía, y de la historia; de hecho era realizado por académicos, más que por cineastas.

“El genero ha sido importante a nivel mundial, en México ha tenido una tradición sólida, lo que a sucedido con la renovación tecnológica los cineastas nos hemos acercado, y lo que se ha conseguido es que las películas tengan dramaturgia, narrativa y estructura”.

Consideró que en este país se están filmando muy buenas películas, en los últimos años, y el documental no ha sido la excepción, lo que ha contribuido que surjan proyectos como el de Ambulante.

–¿Hay público para el documental, y por qué este género no está asiduamente en cartelera?

–El público del documental es el mismo que el del cine en general, y el problema no es el público sino los exhibidores; aunque parece que tampoco hay público para el cine mexicano, porque estos exhibidores están subordinados a los criterios de los MTA (Medios Técnicos Audiovisuales) o de las meyers estadounidenses, en la industria hollywoodense, son prácticamente esbirros de los intereses económicos.

“El cine de corte no comercial, de reflexión, o que te ayuda a pensar, no les resulta un negocio”, y comparó que es “como tratar de integrar a la literatura en un mismo rasero a la poesía de Pessoa con la de Harry Potter, los criterios son distintos y las películas se hacen con otro sentido, porque no hay que olvidar que además de negocio, es una obra de arte lo que se ve en una pantalla cinematográfica”.

Lo anterior, lo atribuye a la falta de una regulación jurídica, que obligue a los exhibidores a proyectar documentales en las salas de las cinemas comerciales. “El problema es que no hay una política pública a nivel estado, siempre trabajamos con políticas gubernamentales que se acaban en periodos de cuatro y seis años. Si tuviéramos una política de Estado, de nación, entonces la palabra proteccionismo no sería peyorativa como lo es hasta el día de hoy, sería lo que en todos los países más ricos del mundo, que absolutamente son socialistas al interior, y capitalistas al exterior, pero tienen una cultura de protección a su industria cinematográfica”.

A los cineastas, equiparó, “nos pasa lo mismo que a los textileros, a los zapateros y campesinos, porque no podemos competir con los precios o ni con la cantidad de producción, ya que no existen subsidios suficientes, ni las ventanas, somos como cafetaleros vendiéndole a Starbucks”.

“A diferencia de México, Chávez aprobó la Ley de Cine en Venezuela”

–En un comparativo con países desarrollados, ¿Qué tanto se produce cine en México?

–No lo sé en número, no soy de los enterados del número de películas que se producen al año, pero creo que fueron alrededor de 70 en 2007, de las cuales ni el 50 por ciento llegaron a las pantallas de los cines.

“Lo único que si sé es que en países como Venezuela, con todo el terrorismo que suponen que es Hugo Chávez, su presidente, aprobó la Ley de Cine, y ha conseguido que las películas permanezcan en cartelera hasta tres emanas; en México lo que se combino, el año pasado, es que aguanten sólo una semana, y después se van a taquilla compartida con otra película”.

“En las salas de cine en Venezuela han conseguido que esas tres semanas la gente vaya, de poco en poco, y las películas se mantengan 16 semanas, y esto no sucede aquí. En México es muy complicado el tiempo de ocio, porque generalmente son muy breves, aquí se trabaja alrededor de 18 horas diarias, y los espacios son prácticamente reducidos para ir al cine, por eso las familias se tienen que esperar hasta el fin de semana para acudir las salas, pero cuando llegas ya no está en cartelera”.

“Si tuviéramos una ley de cine como lo hicieron los españoles, argentinos y venezolanos, tendríamos otro modelo, y no el estadounidense que no tiene nada que ver con nuestra realidad, lo que se calca son los problemas del norte y nunca miramos al sur”.

–¿Existe la remota posibilidad de que el gremio cinematográfico se unifique y presente una iniciativa de ley al Congreso de la Unión?

–Sí. Yo soy parte del Foro Mexicano de Documentalistas, y una de las cosas que estamos haciendo es presionar al Estado para que los fondos económicos aumenten para el documental, además de la promoción a festivales.

“Existe la propuesta: Ley María Rojo, que tiene que ver con la reparticipación del peso en taquilla, que se quedó en propuesta porque los exhibidores se amparan, y no se puede destrabar, ya saben la Ley Melchor Ocampo que nos dio en la torre, pero eso es lo que vamos a hacer, presionar para que se libere la ley de cine en México, y no nos quedemos en promesas, como estamos acostumbrados”.

El realizador criticó a los legisladores mexicanos, quienes se encuentran enfrascados en la discusión sobre si se puede fumar en bares, cuando “deberían analizar si el arte y la cultura pueden ser productivos en este país”.

Hoy viernes se presentará a las 11 horas, en la Universidad Iberoamericana Puebla para ofrecer una charla sobre el documental mexicano. Entrada libre.

 
 
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