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Viernes, 28 de marzo de 2008
La Jornada de Oriente - Puebla - Economía
 
 

 A DEBATE  

Transgénicos: albazo en viernes santo

 
Susana Rappo

 

El 19 de marzo último, viernes santo por cierto, se publicó el Reglamento de la Ley de Bioseguridad de Organismos Genéticamente Modificados, tres años después de la publicación de la ley, el 18 de marzo de 2005. Lo anterior supondría que ya se pueden realizar cultivos de maíz transgénicos, aunque todavía no está acabado el régimen de protección especial ni la definición de los centros de origen.

Lo anterior permite afirmar que en lugar de regular el tema de la bioseguridad, el Reglamento da certezas a la industria biotecnológica y deja en la indefensión a los agricultores que puedan verse afectados por contaminación genética.

La expansión de la industria biotecnológica no es menor; hasta 2007, el número de países productores se amplió a 23; de ellos, 12 países en desarrollo y 11 de los industrializados. Por el número de hectáreas destacan Estados Unidos, Argentina, Brasil, Canadá, India y China, siendo los principales cultivos la soya, el algodón, el maíz y la canola. De las 143.7 millones de hectáreas registradas en 2007, según cifras reportadas por Clive James, 2008, los países señalados representan alrededor del 75 por ciento.

Según esa misma fuente, el 64 por ciento de la soya producida a nivel mundial es transgénica, 43 por ciento del algodón, 24 por ciento del maíz y 20 por ciento de la canola.

Como sabemos, un transgénico es un organismo genéticamente modificado; esa modificación consiste en añadir o quitar un gen que le va a conferir características especiales como por ejemplo resistencia a alguna plaga, a un insecticida o un herbicida, a utilizar menos cantidad de agua o resistencia al calor o al frío.

Lo anterior le va a posibilitar una mayor adaptabilidad al medio ambiente, al poseer esa cualidad podrá sobrevivir en la competencia biológica frente a la especie criolla.

Esa competencia “desleal” hará que las especies criollas, al no poder competir sobre los embates ambientales, se extingan o reduzcan su potencial de crecimiento.

El resultado en el tiempo es la prevalencia de una especie única, eliminando la diversidad biológica. Además, la sobrevivencia artificial de una especie, exige finalmente un medio ambiente artificial, ya que carece de los beneficios que la propia evolución le confiere, quedando a la merced de superplagas que hayan evolucionado junto a los beneficios que esa nueva especie posee.

No es casualidad que parte de las seis grandes corporaciones que dominan el negocio de las semillas –Bayer, Syngenta ( Norvartis y AstraZeneca), Monsanto, Dupont, Aventis y Dow– controlan la industria de agroquímicos y la farmacéutica.

 
 
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