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Viernes, 28 de marzo de 2008
La Jornada de Oriente - Puebla - Cultura
 
 

 ENTREPANES 

¡Para ti, nada!

 
Alejandra Fonseca

Parece increíble. No lo es. Es verdad. Cuesta trabajo creerlo. Es una muchachita de apenas 24 años. Muy linda. Sana. Con ganas de salir adelante y vivir tranquila.

Sus padres viven en Tijuana. Ella vino a Puebla a estudiar. No hubo más dinero y truncó sus estudios. Pero ella. No el hermano. Supuestamente éste ayudará a los padres cuando se gradúe. Está por verse. Pero fueron tajantes: “¡Para ti, nada!” La condicionaron: “¡Si quieres algo de nosotros, regrésate a Tijuana!”

La chamaca no quiere. Dice de la madre: “¡No la conoces. Es intratable. Me ha dañado tanto...!” Y dice de su casa: “Es un infierno. Se llevan muy mal. Todo el día pelean!”

Tuvo que conseguir trabajo para comer. Y para comer consiguió: uno de 12 horas sin día de asueto. Salario mínimo. Cambiando horario a capricho. La traían explotada. Sin descanso.

Buscó a los padres para pedirles apoyo. La traían jodida. Así se sentían seguros. “¡Para ti, nada!”, siempre fue la respuesta.

Harta de ser explotada, buscó un nuevo trabajo. Lo encontró con mejor paga y horario accesible. Se empezó a estabilizar. Contenta y capaz, hizo nuevos amigos. La aprecian. Un día, por fin, pudo decir: “Estoy bien”.

Su bienestar significó no dar más gritos de ahogada. Inútilmente. Los padres empezaron a preocuparse. No si tenía para comer. O vivir. Sino porque no le tenían el pie encima. Ella se sentía bien, ellos se sintieron mal.

La buscaron: “¡Seguro andas de puta y tienes una vida licenciosa!”, le gritaron por teléfono. Se angustió. No podía entender que su bienestar les causara coraje. Quiso explicarles por enésima vez. La chantajearon: “¡A tu padre le va a dar un infarto por tu culpa. No te puedes gobernar sola!” Así pasa: el bien de una es el mal de otros.

Se dio cuenta: mientras estuvo mal, ellos estaban bien. Ni la buscaban. Cuando está bien, ellos están mal. Y la buscan. “¿Por qué algunos padres son así?”, me pregunta. “A veces así somos –respondo– y no van a cambiar. Cambia tú a favor tuyo y sólo observa cómo son. No puedes hacer más”. 

Parece increíble. No lo es. Es verdad. Cuesta trabajo creerlo.

 
 
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