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Miércoles, 20 de febrero de 2008
La Jornada de Oriente - Puebla - Suplementos
 
 
MEDIEROS
desde los comunicadores
 

Delito de portación de cara

 
Ana Lidya Flores

 

El viernes 15 de febrero los consumidores de información tuvimos una nueva oportunidad para calibrar la seriedad con que los medios electrónicos tratan eventualidades como la explosión de un artefacto, a plena luz del día, en una zona de intenso tránsito humano y con escasos elementos para acreditar un hecho inusitado: la muerte de una persona y la seria afectación a otra.

Recapitulemos. Todos aquellos que siguieron la información en noticiarios radiofónicos y televisivos, quedaron más confundidos que informados. Vamos paso por paso: las televisoras (Azteca y Televisa), siguen a ultranza el modelo: “hay que informar primero… aunque la información no sea precisa”. Y al son de esta tonada, los avances informativos y la propia exposición del hecho, fue contradictoria, por decir lo menos. Recordemos que los noticieros del horario estelar en canales abiertos inician alrededor de las 22:30 horas. Estos son los de mayor audiencia. Las alternativas en canales de paga, se transmiten a eso de las 21 horas. Justo en medio de estas opciones, está también en televisión restringida, el programa de entrevistas conducido por Carmen Aristegui.

Técnicamente, tuvimos la radio vespertina y los noticiarios nocturnos para tener las primeras versiones sobre el hecho. Con todos aquellos colegas y amigos que he conversado, he ido concluyendo que la información fue poco clara, pues habían pasado pocas horas entre el acontecimiento y la construcción de la noticia. Pero luego vino lo peor: las inferencias por el origen de la mujer lesionada.

 

Diferencias anómalas

 

Mientras veía El Noticiario de Joaquín López Dóriga en la noche del viernes 15, y la construcción noticiosa en torno a Tania Vázquez Muñoz, retumbaron en mi memoria las palabras de Rossana Reguillo Cruz, investigadora y analista de la cultura y de la comunicación, a quien escuché hablar del “delito de portación de cara”. En junio de 2007, cuando Rossana estuvo en la Universidad Iberoamericana Puebla para hablar de la construcción social del miedo y la perspectiva de análisis que ha trabajado en los últimos años, se refirió a un célebre texto que es utilizado por los cuerpos policiacos para ubicar a los fenotipos criminales.

Entre estas construcciones sociales, el manual ubica a sujetos que están en la cárcel y en los manicomios, a los criminales que pertenecen a etnias que no son lo suficientemente “blancas”, y por supuesto, a las características inherentes a los lugares que se habitan y los vecinos que se tienen.

Bajo estas premisas decimonónicas, Tania Vázquez Muñoz es víctima del juicio mediático que determina que la mujer es culpable porque vive en Tepito, y eso ya la hace peligrosa a los ojos de la teleaudiencia. Por si fuera poco, resultó vecina de colonia de un hombre detenido la semana pasada con un arsenal. Y por si faltara algún elemento para construir una identidad anómala, la mujer tiene nombre sospechoso, pues pudiéndose llamar como cualquier heroína de telenovela, lleva el nombre de una revolucionaria famosa. Sin los elementos que conoceríamos hasta la noche del lunes, Tania ya era culpable de tener una cara sospechosa. Eso es el delito de portación de cara.

 

Ruido mediático

 

El sábado escasean los noticiarios en medios electrónicos. Resignada, prendí la radio a las 7 horas en W Radio y escuché el programa conducido por Enrique Hernández Alcázar. Se refirió a elementos novedosos que se dieron a conocer en el curso de la noche. También nos hizo escuchar que las primeras planas de los diarios del Distrito Federal se habían unificado en torno al inusual estallido.

Sin embargo, el ruido mediático se reavivó el lunes 18 de febrero por la mañana. Mientras Miguel Ángel Granados Chapa, en su Plaza Pública radiofónica, hablaba ya de una declaración de Tania ante el Ministerio Público, los noticiarios afirmaban que la mujer seguía hospitalizada, en calidad de testigo y que no había declarado. En Radio Trece, Javier Solórzano entrevistó al tío de Tania, José Juan Muñoz, quien al final de la entrevista terminó entrevistando al entrevistador: claramente le preguntó a Javier si consideraba necesario contratar un abogado, pues la familia no tiene recursos para solventar un gasto de esta naturaleza. Precavido, Solórzano le dijo que “no estaría por demás”.

A 12 horas de distancia, Tania pasó de testigo a cómplice. Las cámaras de la Universidad de las Américas captaron el caminar de una pareja, que más tarde se convertiría en noticia. Mientras escribo este texto, me doy una vuelta por las versiones electrónicas de algunos periódicos y me encuentro una perla: “El hombre bomba, la pareja de Tania”. Juan Manuel Meza Campos tiene ya sobrenombre mediático, y el juicio de culpabilidad se va cerrando sobre estas personas.

Es martes, y a la agenda informativa se sumó la renuncia de Fidel Castro a la presidencia de Cuba, que acaparó la atención de los segmentos de información internacional. Pero el caso de Tania y el hombre–bomba no queda del todo resuelto.

Es impresionante la celeridad con que se quiso vincular a la mujer con el narcotráfico o con la guerrilla. Salvo la versión más pausada de un especialista en Seguridad, entrevistado por Carmen Aristegui, predominaron las hipótesis para vincular a botepronto a Tania con el cártel de Sinaloa.

Tengo más preguntas que respuestas. ¿Cómo explicarnos la mirada de los medios informativos? ¿Cómo se producen las explicaciones de los conductores de noticias? ¿Qué sentimientos de indefención en situaciones de violencia se están produciendo en los televidentes? ¿Qué miedos nos están generando estos medios televisivos? ¿Qué opciones tenemos para responder a estos discursos mediáticos? Por lo pronto, Tania es culpable porque tiene cara de culpable, es vecina de un barrio bravo y tiene nombre de guerrillera.

 
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