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Jueves, 10 de enero de 2008
La Jornada de Oriente - Puebla - Estado
 
 

 ESTETICA Y SALUD  

Ejercicio y longevidad

 
Rafael H. Pagán Santini
Puebla, Pue.

El gasto de energía empleado en actividades físicas libres diarias prolonga nuestras vidas. Simplemente, el gastar energía a través de cualquier actividad física puede influenciar en nuestra supervivencia. Contrario a lo que se piensa, cualquier actividad con gasto de energía puede ayudarnos a reducir el riesgo de mortalidad, sin importar el grado de intensidad.
Altos niveles de actividad física están asociados con la reducción de enfermedad coronaria del corazón, de incidencias de cáncer, de caídas, y de incapacidad física. Todavía no se saben los mecanismos exactos que expliquen como la actividad física confiere este tipo de protección, pero es muy probable que haya diferencia entre adultos jóvenes y adultos mayores. Por ejemplo, se piensa que el envejecimiento biológico está asociado al aumento del estrés oxidativo, que contribuye a un alto nivel de inflamación, lo que ambos se reducen con el ejercicio.
La actividad física estimula el metabolismo de las grasas y reduce los niveles circulantes de grasa en la sangre (triglicéridos y colesterol). Cuando la actividad física se lleva regularmente esta reduce la carga de trabajo del corazón. En la capacitación física, como  en el ejercicio de entrenamiento, ocurren cambios en el músculo esquelético, que incluyen la mejor utilización del oxígeno (aeróbico) y el aumento en el metabolismo de las grasas, esto le permite al corazón cumplir con las demandas del ejercicio con una frecuencia cardiaca menor. La reducción en la frecuencia significa una reducción en la utilización de oxígeno en el músculo cardiaco y un corazón más eficiente.
El exceso de grasa es un riesgo para la enfermedad del corazón. Podemos llevar dietas, inclusive pasar hambre, para deshacernos de la grasa, pero existe una dificultad: la hambruna deshace el tejido muscular para obtener energía, de esta forma se pierde el único tejido que es capaz de quemar grandes cantidades de grasa. La actividad muscular es la vía para movilizar las grasas del tejido adiposo, donde se almacena, para luego quemarla en la producir energía en el músculo esquelético. El ejercicio quema las grasas y evita la pérdida de las proteínas musculares; de hecho, la actividad física regular aumenta la masa muscular, por lo tanto, aumenta la capacidad para quemar grasas.
Diferentes estudios han demostrado que la capacidad aeróbica decae a una tasa de 8 a 10 por ciento por década. Sin embargo, cuando se estudian a individuos que mantiene una actividad moderada, la disminución es sólo de 4 a 5 por ciento, y cuando se investiga individuos entrenados, la tasa de disminución es sólo del 2 por ciento o menos. Se minimiza la disminución en la capacidad aeróbica manteniendo un peso controlado y reduciendo la acumulación de grasa corporal.
A diferencia de la capacidad aeróbica, la fuerza física disminuye más lentamente con los años, hasta que se llega a la quinta década donde la tasa de reducción aumenta. A esta perdida de la masa muscular se le llama sarcopenia. Las personas que utilizan regularmente su fuerza retienen su masa muscular por mucho más tiempo. Estudios recientes han presentado evidencia que sugiere que personas mayores, hombres y mujeres de edad promedio de 85 años, pueden contener el debilitamiento muscular con ejercicios de resistencias.
Actividades diarias como la de andar a paso veloz, subir escaleras, y actividades físicas espontáneas todas ellas influyen en el programa de entrenamiento de resistencia. Este tipo de actividades físicas hacen la diferencia entre personas de edad avanzada que van perdiendo su fuerza, capacidad aeróbica y masa muscular, y entre las que no. La mayoría de las investigaciones coinciden que el mantenimiento de la fuerza a través de la vida puede reducir la prevalecía de las limitaciones funcionales que aparecen con la edad.
El mantener una vida activa permite al cuerpo estar en forma y a prolongar la vida, también pueda ayudar a evitar o retrasar el desarrollo de enfermedades o incapacidades mientras uno va envejeciendo. El beneficio de actividades físicas se extiende durante toda la vida y ayuda a mejorar muchas condiciones de salud. El mantenerse activo permite disminuir el riesgo de caídas así como el de desarrollar enfermedades del corazón, diabetes y ayuda a mantener una vida independiente por largo tiempo.
El entrenamiento y las actividades físicas son seguros para la mayoría de las personas mayores, aun para aquellas con condiciones crónicas estables, tales como enfermedades del corazón, diabetes y artritis. Una buena evaluación médica antes de comenzar un programa de actividades físicas es todo lo que se requiere para iniciar la conquista de su cuerpo.

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