Autoridades laborales y de protección ciudadana reportaron que existe un aumento en el número de denuncias de mujeres que han sufrido abusos en sus trabajos como resultado de la discriminación de género.
En realidad son pocas las denuncias que han llegado ante dichas instancias, pero eso no es indicativo de que no sea un problema grave, sino todo lo contrario. La mayoría de los abusos sexuales o por discriminación de género que se cometen en el ámbito laboral no son denunciados. Las víctimas prefrieren guardar silencio o cambiar de fuente de trabajo ante las dificultades que existen para que se castiguen dichos atropellos.
Aunque se han creado leyes y dependencias públicas para sancionar a quienes violan derechos laborales o atentan contra la integridad de trabajadores, lo cierto es que no han resultado ser alternativas para frenar la violencia cometida contra mujeres o personas que no son heterosexuales. La razón es que sigue dominando una “cultura machista” que no respeta la legalidad y los derechos humanos. Y lo mismo ocurre en el ámbito público y privado.
Una muestra de lo anterior es que las mujeres en Puebla siguen teniendo salarios y derechos laborales inferiores a los del hombre; se les discrimina cuando están embarazadas o tienen hijos; pocas veces se castiga el acoso sexual y no se sanciona que existan ambientes agresivos en las fuentes de trabajo en contra de las féminas.
Para que se puedan revertir estas condiciones, es fundamental que se trabaje desde la formación escolar básica. Ahí es donde se tiene que empezar a fomentar el respeto a los derechos humanos, la igualdad de género y tolerancia hacia la diversidad social. Si no se hace así, no se podrá avanzar contra la discriminación.
