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Puebla > Salud
miércoles 17 de octubre de 2007

MEDICINA E INVESTIGACIÓN

El trabajo crónicamente tenso y el corazón

Rafael H. Pagán Santini

Cada día hay más evidencia sobre el efecto dañino que ejerce el estrés sobre el funcionamiento del corazón. Está documentado que el estrés emocional agudo puede producir disfunción en la contractibilidad del ventrículo izquierdo, isquemia en el miocardio o variaciones en el ritmo cardiaco. Además, existe evidencia de que el trabajo crónicamente tenso aumenta el riesgo de eventos cardiovasculares.

Se entiende por trabajo crónicamente tenso aquel que combina una demanda psicológicamente alta con un rango, también alto, en la toma de decisiones. La demanda psicológica se refiere a la cantidad de trabajo que se realiza, requerimiento intelectual unido a la limitante de tiempo. El rango de decisión se refiere a la posibilidad de la persona de tomar decisiones, ser creativa y a la exigencia de utilizar y desarrollar las propias habilidades. No se conoce cuánto tiempo tarda el corazón en presentar alteraciones funcionales bajo este tipo de tensión, pero, si se sabe que aquellas personas que ya han tenido algún evento cardiovascular están en mayor riego de padecer otro accidente cardiovascular.

La doctora Corine Aboa–Éboulé y colaboradores, al estudiar 972 personas que regresaron a su trabajo después de haber padecido un infarto del miocardio, concluyeron que, el trabajo crónicamente tenso posterior a un infarto del miocardio estaba asociado con el aumento en riesgo de padecer otros infartos. La hipótesis que mejor explica la causa de estos acontecimientos señala al aumento en la actividad, tanto del sistema nervioso simpático como del sistema agiotensina–aldosterona, como los precursores directos de la acentuación de la inflamación en la pared arterial y subsecuentemente en la formación de trombos.

El sistema angiotensina–aldosterona actúa regulando la presión arterial. Un aumento en los precursores de la presión arterial redunda directamente sobre las arterias predisponiéndolas para el desprendimiento de placas ateromatosas. Además, la presión arterial alta contribuye a la hipertrofia del ventrículo izquierdo del corazón. El sistema simpático junto con el sistema parasimpático forma el sistema nervioso autónomo. Este sistema es influido directamente por los estímulos estresantes. La respuesta hormonal a los estímulos estresantes y el control del sistema nervioso autónomo son regulados por la misma región del cerebro, el hipotálamo.

Se ha demostrado que después de un infarto del miocardio existe una relación entre la reducción en la variabilidad de la frecuencia cardiaca, el sistema nervioso autónomo y la inflamación. El estímulo del sistema simpático sobre el corazón sin, su balance efectivo correspondiente del sistema parasimpático, aumenta el riesgo de accidentes cardiovasculares.

La influencia fisiológica de los sistemas neurológicos simpáticos y parasimpáticos generalmente se contrapone uno con el otro. El sistema simpático tiende a ser más activo durante las crisis, reales o percibidas. El comportamiento relacionado a este sistema, puerilmente hablando, se puede resumir de la siguiente forma: pelear, correr, miedo, sexo. Su contraparte, el sistema parasimpático, facilita procesos fisiológicos como: la digestión, el crecimiento, la respuesta inmunológica y el almacenamiento de energía. En la mayoría de los casos, los niveles de actividad de los dos sistemas son recíprocos; cuando uno es alto, el otro tiende a ser bajo, y viceversa.

El sistema simpático moviliza frenéticamente el cuerpo para una emergencia en un periodo de tiempo corto a expensas de procesos que lo mantienen saludable a largo plazo. El sistema parasimpático trabaja calmadamente para el beneficio a largo plazo. Ambos sistemas no pueden ser estimulados fuertemente al mismo tiempo; sus metas generales son incompatibles. Afortunadamente, los circuitos neuronales inhiben la actividad de uno cuando el orto está activo.

El balance entre estos dos sistemas neurológicos es lo que controla el funcionamiento de los órganos del cuerpo. Por ejemplo, la región del marcapaso del corazón dispara cada latido cardiaco sin la ayuda de ninguna neurona, pero ambos sistemas están conectados (inervan) a esta región y modulan su funcionamiento; la actividad del sistema simpático tiene como resultado el aumento de la frecuencia cardiaca, mientras que el sistema parasimpático las disminuye. Este balance se puede observar, aunque de forma diversa, en todos los sistemas corporales ya que, el sistema nervios autónomo interfiere en casi todo el cuerpo (glándulas, músculo liso y músculo cardiaco).

Estamos viviendo en una sociedad donde los factores estresantes son amplificados. El desarrollo económico ha orillado al individuo a buscar salidas individuales sobre problemas sociales que afectan directamente la salud. La reflexividad del cuerpo es fundamental en la prevención, no tan sólo los problemas del corazón, sino de cualquier proceso psíquico o físico que atente contra la vida. La destrucción del medio ambiente con sus variantes contaminantes y calentamiento global, la comida chatarra de la industria de la alimentación, los alimentos modificados genéticamente, la ausencia de espacio socio/laboral para la recreación y el ejercicio físico, son algunas de las reflexiones sociales que afectan directamente al cuerpo.

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