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Puebla > Salud
miércoles 26 de septiembre de 2007

MEDICINA E INVESTIGACIÓN

Síndrome de colon irritable

Rafael H. Pagán Santini

Hasta el momento se desconocen las causas del síndrome de colon irritable (SCI). Se le considera un trastorno funcional del intestino, lo cual significa que la disfunción gastrointestinal no es de carácter orgánico. El diagnóstico de esta condición se lleva a cabo bajo criterio clínico. Este acercamiento, basado en la sintomatología, se ha utilizado debido a que no ha habido marcadores biológicos consistentes, ni tampoco ha estado disponible un cuadro clínico que unifique los diferentes síntomas que se presentan en el SCI. Sin embargo, la doctora Jackie D. Wood ha llevado a cabo una revisión muy completa sobre los aspectos neuro�fisiológicos del colon irritable que da luz sobre los diferentes elementos que interactúan en este síndrome (J. Clin. Gastroenterol 2002; 35 (Suppl): 11�22).

Los síntomas que generalmente se identifican como SCI son las anormalidades en la defecación y en el dolor abdominal, ambos pueden ser exacerbados por el estrés emocional. Las anormalidades en la defecación pueden ser la diarrea o la constipación, y en un subgrupo de personas con SCI, estos síntomas pueden alternarse de uno a otro con el tiempo. El estado diarreico por lo general se acompaña de urgencia para evacuar, y las personas con predominancia de constipación reportan la sensación de evacuación incompleta. Los sistemas corporales involucrados en los síntomas relacionados con la defecación son las glándulas secretoras intestinales, la musculatura y el sistema nervioso que controla estas actividades. El dolor abdominal y el malestar que surge de estos sistemas añaden el elemento sensorial de la fisiología neurológica.

El sistema nervioso del intestino (SIN), también reconocido como el cerebro�en�el�tubo digestivo, organiza y controla las actividades de la musculatura intestinal, de la mucosa epitelial y de los vasos sanguíneos intestinales. El SIN es visto como un minicerebro en el intestino, ya que coordina la actividad de estos tres sistemas efectores para generar un patrón de comportamiento funcionalmente significativo. Por ejemplo, durante el vomito el programa neuronal revierte la propulsión peristáltica de la porción superior del yeyuno y del duodeno para propulsar rápidamente el contenido digestivo hacia fuera del cuerpo.

El sistema nervioso intestinal también cuenta con neuronas sensitivas, con interneuronas y con neuronas motoras. Las neuronas sensitivas tienen receptores regionales especializados que detectan los cambios en la temperatura, en la química y los estímulos mecánicos. Estos estímulos son codificados y enviados, tanto al SIN como al sistema nervioso central. Los desordenes en la defecación en el síndrome de colon irritable están directamente relacionados con las neuronas secretoras�motoras del intestino. Cuando se estimulan estas neuronas se produce secreción de agua, electrólitos y mucosa del epitelio (criptas de Lieberkühn) hacia el lumen intestinal. Por lo contrario, cuando estas neuronas son inhibidas, se suprime la secreción de estos compuestos. En general, la hiperactividad del las neuronas secretoras�motoras se asocia con la secreción diarreica de tipo neurogénica; la hipoactividad se asocia con un disminución en la secreción y con la constipación.

La causa principal del dolor abdominal originado en el tracto digestivo es la distensión y la contracción muscular exagerada. En el SCI la hipersensibilidad de los sensores mecánicos del estiramiento (distensión) y de la tensión contráctil están implicados en la producción del dolor. El flujo de información mecánica�sensorial que es transmitida desde el intestino delgado y grueso al sistema nervioso central es generado en un umbral bajo, en un umbral alto y en uno silencioso. Este último es de gran interés, ya que es altamente sensitivo y se activa con los estímulos del estado inflamatorio. La acumulación de mediadores inflamatorios, por ejemplo, la histamina, tiene el potencial de aumentar la sensibilidad de las fibras neuronales sensoriales que llevan la información de dolor al cerebro.

La conexión entre el cerebro y las células inmunológicas (mastocitos) presenta una explicación a la ya bien conocida relación entre el estrés emocional y el SCI. La existencia de la conexión entre las células mastocitos y el cerebro implica un mecanismo que une el estatus psico�emocional con el estado irritable del tracto digestivo. Sin importar el modo en que los mastocitos son estimulados, el intestino se irrita (molestia abdominal, diarrea y urgencia) como resultado de la respuesta inmunológica de los mastocitos y la liberación de señales del sistema nervioso intestinal. Cuando los mastocitos reciben un estímulo neurológico secretan histamina y liberan mediadores inmunológicos, lo que dispara la secreción intestinal y la propulsión diarreica, igual que como ocurre cuando son estimulados por agentes infecciosos. Esto parece explicar la similitud de los síntomas intestinales asociados a agentes nocivos en la luz intestinal y los asociados con el estrés de origen psicológico en individuos susceptibles.

Por otra parte, el doctor Lin ha llegado a la conclusión de que la identificación del sobrecrecimiento de bacterias en el intestino delgado puede ofrecer un marco clínico que permitiría entender las observaciones más frecuentes del SCI, incluyendo la distensión o inflamación abdominal después de comer, la alteración en la motilidad intestinal, la hipersensibilidad visceral, la interacción anormal entre cerebro e intestino, la disfunción autonómica y la activación inmune. Bajo este referente, tanto los síntomas gastrointestinales como los extraintestinales y los hallazgos en el SCI tendrían una explicación unificada (JAMA, vol. 292, no. 7).

Varios estudios han confirmado la alta prevalencia en sobrecrecimiento de bacterias en el intestino delgado. Esto está íntimamente relacionado con la constipación debido a la producción del gas metano. Además, cuando el sobrecrecimiento bacteriano es tratado con antibióticos, los síntomas del SCI parecen mejorar en la mayoría de los pacientes. Sin embargo, las personas con constipación no parecen beneficiarse tanto con este tipo de tratamiento como las que padecen de diarrea.

Los medicamentos que se usan comúnmente para tratar los síntomas del SCI incluyen antiespasmódico para reducir los espasmos del intestino, los antidepresivos para reducir el dolor y antidiarreicos para reducir la frecuencia de defecación. El tegaserod fue aprobado recientemente en los Estados Unidos para el tratamiento del SCI; es un agonista parcial selectivo de los receptores de serotonina, tiene actividad procinética y secretora del tracto intestinal; además, reduce el dolor abdominal.

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