EDITORIAL

POLÍTICAS DE PREVENCIÓN

A pesar de que Dean se ha convertido en depresión tropical, está claro que en diferentes regiones del país, entre ellas Puebla, se está enfrentando el riesgo de que se configure un desastre colectivo considerable por el impacto del meteoro sobre la estructura humana.

Con motivo de la presencia del meteoro se han podido conocer algunos mecanismos adecuados de prevención de desastres, como el que se usó en la zona costera de Chetumal, Quintana Roo, en donde se pudo evacuar con orden y a tiempo a la población que estaba asentada en zonas de riesgo. En cambio, es evidente que en Puebla no se cuentan con estrategias similares, pese a que especialistas en la materia han denunciado desde hace años esa carencia.

Ojalá que las precipitaciones pluviales no deriven en el derrumbe de las zonas montañosas en el estado y el impacto llegue a centros poblacionales, pues si eso ocurre puede haber un desastre de grandes dimensiones por la ausencia de políticas de protección civil.

No basta con que se hagan declaraciones y proyectos de prevención de desastres, sino que es fundamental que se tenga una preparación previa que permita una correcta planeación. En ese sentido, es importante reconocer que no todo es malo. Destaca el encomiable esfuerzo que han hecho las Brigadas Universitarias de Apoyo a Contingencias, que desde hace 10 años han sido la alternativa para ayudar a damnificados de algunas tragedias.

Además, es fundamental que en los programas de prevención prevalezca el ánimo de garantizar la seguridad de la población y se evite que las decisiones se tomen con criterios políticos o de intereses electorales.