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Acerca de la tragedia ocurrida en San Miguel Eloxochitlán surgen algunas preguntas básicas: ¿por qué había 60 personas en el autobús siniestrado cuando el vehículo tenía capacidad para 40 pasajeros? ¿Cómo fue posible que se desgajara un cerro en la carretera que va de Tehuacán a Tlacotepec de Porfirio Díaz luego de que los pobladores habían advertido desde hace mucho de ese riesgo?

Para intentar responder a estas preguntas se ha empezado a buscar culpables de la tragedia que están sufriendo comunidades marginadas de la Sierra Negra. Lo mismo se ha mencionado que el posible responsable es Rómulo Arredondo, el secretario de Comunicaciones y Transportes, que el secretario de Obras Públicas, Javier García Ramírez, de Gobernación Javier López Zavala o el gobernador Mario Marín Torres.

Sobre estas consideraciones es necesario comentar que las omisiones en materia de protección civil no se limita al estado de Puebla ni el actual gobierno; en todo el país existen miles de lugares en que se han generado condiciones propicias para que ocurran desastres. Frente a este “mal de muchos”, y en el caso concreto de Eloxochitlán, es fundamental demandar una investigación y que se castigue a los responsables.

Sin embargo el problema central es entender que los riesgos son resultado de la actividad económica que se despliega en el país, de la mala planeación y construcción de obras públicas y civiles. Y sobre todo, a que los miembros de los tres niveles de gobierno no acaban de entender como se genera un desastre, y cómo participan en ese proceso. Siempre la salida más fácil y equivocada que toman es culpar de las tragedias –como la de Eloxochitlán– a las lluvias o el cambio climático.