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Puebla > Política
jueves 21 de junio de 2007

SUBEYBAJA

¿Alguien se acuerda de cuando los gobernantes caían por el mero capricho del presidente en turno?

Ramón Beltrán López

En ocasiones creo que el país está cambiando, para mal. En otras mi optimismo me convence de que efectivamente se puede ver una débil luz al final del túnel, y de que vamos mejor.

Antes, en tiempos idos, los procesos contra un gobernador eran fulminantes, sin apego a las leyes, dependiendo únicamente de la voluntad y el estado de humor del presidente de la República. Ahora el eje del poder se ha ido moviendo para situarse en el Poder Judicial federal, para ser más preciso, en la Suprema Corte de Justicia. Y, ¡oh prodigios de la era moderna!, hoy podemos ver y escuchar las discusiones de los señores ministros en tiempo real, en vivo y a todo color. Eso significa que es cada vez más difícil llegar a arreglos en lo oscurito, ceder a presiones, proteger a privilegiados y poderosos. Y la sociedad, mientras tanto, se entera y aprende.

Hay quienes, sin embargo, añoran el pasado. Quizás porque ya olvidaron como sucedían las cosas anteriormente. Mañosos por conveniencia, no quieren recordar, como Luis Echeverría mandó cambiar la constitución de Sonora para hacer gobernador a uno de sus efebos, Carlos Armando Biebrich. Y de cómo, llevado por uno de sus frecuentes arrebatos, lo obligó a renunciar y a abandonar el país. Este es solamente un ejemplo para recordar.

Entre 1929 y 1979, 50 años de la posrevolución y del desarrollo estabilizador, del pleno dominio priista, 67 gobernadores fueron derrocados desde el Poder Ejecutivo federal. No cabe duda de que hemos avanzado en la estabilización de los poderes estatales, pero simultáneamente ha crecido el poder de los caciquismos locales, y ha crecido el imperio de la impunidad de los políticos. Las denuncias por abuso de autoridad, enriquecimiento ilícito, nepotismo, etcétera, normalmente van a parar al bote de la basura. Montiel es un ejemplo.

Durante el gobierno de Lázaro Cárdenas cayeron nada más 17 gobernadores: Mario Hernández Netro (S. L.P.), Manuel Lastra Ortiz, (Tab), Rafael Villarreal (Tamps.), Salvador Saucedo (Col.), César Alayola Barrera (Yuc.), Fernando López Cárdenas (Yuc), José de Jesús Yañes (Gto.), Carlos Real (Dgo.), Manuel Páez (Sin.), Ramón Ramos (Son.), José Luis Solórzano (Edomex), Gabriel Guevara (Gro.), Guillermo Rebolledo (Ver.), Victorico Grajales (Chis.), Severino Ceniceros (Dgo.), Gabriel Leyva Velásquez (Sin.), Refugio Bustamante (Mor.).

Cuando era presidente Manuel Ávila Camacho (cinco): Alberto F. Berber (Gro.), Reynaldo Perez Gallardo (S.L.P.), Pedro Rodríguez Triana (Coah.), Manuel Santillán Osornio (Tlax.) y Ernesto Hidalgo (Gto.).

Durante el régimen de Miguel Alemán Valdés (ocho): Juan Esponda (Chis.), Edmundo Sánchez Cano y Manuel Mayoral Heredia (Oax.), Marcelino García Barragán (aunque usted no lo crea), (Jal.); José González Beytia (Yuc.), Hugo Pedro González (Tamps.), J. Jesús Castorena (Gto.), José María Mendoza Pardo (Mich.).

Durante el periodo de la mano firme y sutil de Adolfo Ruiz Cortines, solamente cinco: Enrique Pérez Arce (Sin.), Tomás Marentes Miranda (Inc.), Alejandro Gómez Maganda (Gro.), Manuel Bartlett (sí, el papá) (Tab.), óscar Soto Maynes (Chih.).

Ya con Adolfo López Mateos (Adolfo el bueno), fueron solamente tres: Manuel Álvarez (S. L. P.), Raúl caballero Aburto (Gro.) y Antonio Nava Castillo (Pue.).

Con Gustavo Díaz Ordaz la mano dura presidencial se dedicó a otros menesteres y solamente cayó un gobernador: Enrique Dupré Ceniceros (Dgo.).

Ya con Echeverría las cosas volvieron a su cauce normal y fueron destituidos seis: Eduardo A. Elizondo (N.L.), Rafael Moreno Valle (Pue.), Gonzalo Bautista O‘Farril (Pue.), Israel Nogueda Otero (Gro.), Otoniel Miranda Andrade (Hgo.) y Carlos Armando Biebrich (Son.).

Con José López Portillo el damnificado fue solamente uno: Manuel Zárate Aquino (Oax.).

Y si el número no llega a los 67 se debe a que preferí omitir aquellos que cayeron durante el convulso periodo de Portes Gil, Ortiz Rubio y Abelardo Rodríguez, pero basta decir que fueron 21.

Si actualmente las cosas han cambiado y el Poder Judicial ha decidido tomar en sus manos las denuncias por abusos de poder, que originalmente le corresponderían a la Cámara de Diputados, parece que vamos por buen camino, el camino de la institucionalización

Aunque la línea que separa a una Corte prestigiada, respetada y respetable, de una Corte parecida a la tremenda corte, con su Trespatines, Rudesindo y Nananina, es muy endeble y muy sutil. Los ministros deben cuidarse mucho de cruzarla. El caso de la ley Televisa indudablemente era de su competencia, y se lucieron. Hoy iniciaran una investigación sobre Oaxaca; el jueves discutieran el asunto Marín–Cacho; pronto se verán obligados a abordar los excesos de los militares metidos a la fuerza a combatir el narcotráfico, ¿y después?, ¿se convertirán acaso en una super–agencia del ministerio público? ¿perderán todo lo ganado?, ¿o lo perderemos todos?

Finalmente el propósito de este artículo es simplemente recordar lo endebles que eran los poderes estatales frente a un Poder Ejecutivo federal todopoderoso, y que tanto se ha avanzado en el camino de la institucionalización y el equilibrio de poderes.

No quisiéramos, por supuesto volver al pasado, cuando el destino de un gobernador y de su estado dependía de las oscuras intrigas de palacio...nacional.