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Puebla > Salud
miércoles 20 de junio de 2007

MEDICINA E INVESTIGACIÓN

Los mosquitos y las epidemias

Rafael H. Pagán Santini

La llegada del verano y sus copiosas lluvias hacen que pongamos la mirada en los mosquitos. Mientras muchos de estos insectos sólo son fastidiosos, algunos pueden transmitir serias enfermedades en humanos, tales como encefalitis, dengue y malaria. Los mosquitos son uno de los organismos más versátiles del mundo. Su ciclo vital les permite reproducirse en cualquier deposito de agua, ya sea natural o creado por el hombre; se les puede encontrar en minas profundas, en las cumbres montañosas, en aguas extremadamente contaminadas, en agujeros en los árboles. Pueden habitar en casi todas partes del mundo, y pueden sobrevivir en la mayoría de los climas terrestres.

El calentamiento global y la ampliación en las fluctuaciones en el clima han ayudado al esparcimiento de estas enfermedades: la temperatura constriñe el rango de los microbios y los vectores, el clima afecta el tiempo y la intensidad de los brotes de las enfermedades. Tanto en Europa como en EU se han identificado brotes de enfermedades en regiones nórdicas que nunca antes habían ocurrido. Las enfermedades transmitidas por mosquitos son un verdadero problema para la salud pública.

Los mosquitos, los cuales acarrean muchas enfermedades, son sensitivos a los cambios de temperatura. El calentamiento del medio ambiente –dentro de los rangos viables– eleva sus tasas de reproducción y el número de comidas de sangre que toman, prolonga la temporada de reproducción y acorta el periodo de maduración de los microbios que ellos esparcen. En las regiones montañosas, donde se está comenzando a deshelarse y los glaciares a retirarse, los mosquitos y diversas comunidades de plantas comienzan a moverse a zonas más altas. Las epidemias del virus del Nilo del oeste y la del síndrome pulmonar de “hantavirus”, ambas ocurridas en EU, son dos ejemplos del efecto que tiene el aumento en la variabilidad de las condiciones atmosféricas acompañadas por la inestabilidad en el clima en el brote de enfermedades. (N.Engl.J.Med. 353;14).

El nombre mosquito viene del español “musketa” (pequeña mosca). Las comunidades indígenas le llamaban zancudo, nombre que aún se utiliza en Centroamérica y el Caribe. Los mosquitos son miembros de la orden de insectos Diptera, familia Culicidae. Esta orden incluye a las moscas, jejenes, tabanos, moscas proietas, tíbulas, cénzalos y otros. Aproximadamente existen más de 2 mil 500 especies en el mundo.

En las regiones tropicales se puede hallar al mosquito adulto todo el año. Sin embargo, en otros sitios la actividad cesa cuando la temperatura baja a menos de 15 grados centígrados, y por lo general invernan cuando llegan las temperaturas más frías estacionales. Dependiendo de la especie, el misquito puede invernar como larva, por lo general enterrados en tierras húmedas de pantanos y ciénegas, pero la mayoría inverna en la etapa de huevo, depositados por la última generación de adultos de la temporada.

La movilidad del mosquito es muy variada, el alcance del vuelo puede ser hasta 16 kilómetros, dependiendo de la especie. Por esta razón cualquier campaña de erradicación debe contemplar no sólo las áreas visiblemente afectadas sino perímetro más amplio donde probablemente estén los focos de reproducción.

El principal problema de salud con los mosquitos es que son vectores (el agente que transporta algo de un lugar a otro), transportan diferentes tipos de virus que causan enfermedades tanto en seres humanos como en animales, especialmente las encefalitis. Las aguas residuales o aguas estancadas, como en viejas llantas, desagües estancados y cualquier cosa que acumule agua pueden servir como criadero de mosquitos.

Existen cinco tipos principales de encefalitis arboviral en Norteamérica, tres de ellas afectan a seres humanos: Encefalitis de San Luis, Encefalitis De LaCrosse y la Encefalitis Del Nilo del oeste. Los arbovirus son acarreados por artrópodos y son del género de los flavivirus, familia Flaviviridae. En este género de virus se puede encontrar los que producen el dengue y la fiebre amarilla. El mosquito Culex, el cual pica desde el atardecer hasta la madrugada, es el vector de la encefalitis de San Luis y el virus del Nilo del oeste; éste comienza a infectarse mediante la alimentación en pájaros que cargan estos virus. No todos los mosquitos pican de noche, algunos pican de día, como lo hace el principal vector de la encefalitis de california (LaCrosse). México es propenso a la encefalitis de San Luis (ver tabla).

El virus del dengue es transmitido por el Aedes aegypti y por el A. albopictus. La malaria es transmitida por el genero Anopheles. El virus que produce la fiebre amarrilla es transmitido por el mosquito del genero Haemagogus. En México la zona endémica para el dengue se extiende sobre los litorales (Pacifico y Atlántico) y toda la parte sur del país.

Las transmisoras de estos virus son sólo las hembras, ya que ellas son las que se alimentan de sangre para el desarrollo de sus huevos. Al picar inyectan una pequeña cantidad de saliva para lubricar y evitar la coagulación. Cuando el mosquito pica, no inyecta su propia sangre ni la de otros animales o personas que haya picado con anterioridad. La inyección de fluidos salivares y la absorción de sangre ocurre por dos canales diferentes. Las enfermedades son transmitidas sólo si el organismo responsable por la enfermedad puede reproducirse en el mosquito, o por lo menos sobrevivir el tiempo suficiente para infectar las glándulas salivares del mosquito.

La primera y mejor defensa contra estas plagas y las enfermedades que éstos pueden cargar es la eliminación de los lugares donde ellos incuban. Matar los mosquitos adultos con insecticida sólo puede resolver el problema parcialmente. También se puede usar repelente que contenga el químico sintético DEET (N, N-diethylmtoluamide). Generalmente, repelentes con un porcentaje de entre un 25 o 35 por ciento de DEET proveerán protección adecuada para un adulto; para niños entre las edades de 10 a 12 años la concentración no debe de ser mayor de 10 por ciento. No se debe utilizar repelentes en bebés. También se pueden utilizar repelentes derivados de las plantas como la citronela.

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