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Puebla > Política
viernes 18 de mayo de 2007

CARPETA

Fuego azul

Sergio Cortés Sánchez

Como precandidato del PAN a la presidencia municipal de Puebla, Antonio Sánchez Díaz de Rivera y yunques que lo acompañan han sido excelentes promotores de su contendiente, Ana Teresa Aranda: le han condicionado el registro; le han llamado priista –insulto máximo que se le puede endilgar a cualquier ciudadana, mayor aun si ésta es político profesional panista–; sólo falta que delaten a los mapaches electorales que integran su equipo de campaña y que denuncien el financiamiento público hacia su candidatura. En 1989 Acción Nacional se posesionó de las calles del Centro Histórico de Puebla y realizó una intensa campaña de firmas para apoyar la solicitud de ciudadanía de Ana Teresa Aranda; sin que el Congreso local le concediera la carta, la dirección municipal la registró como candidata a la presidencia municipal de Puebla; desde aquel episodio Ana Teresa Arana ha sido la heroína de ese partido y su principal activo político, lo sigue siendo y supera con creces la intención de voto que en estos momentos se le otorga a otros militantes panistas que desean ser candidatos a la presidencia municipal. Que los priistas o el Instituto Estatal Electoral objeten a Ana Teresa Aranda es lo esperado, pero que sean los directivos de su partido quienes lo hagan evidencia la actitud autoritaria y excluyente practicada por los panistas.

Francisco Fraile, actualmente diputado federal, fue candidato del PAN a la gubernatura de Puebla en 2004 y senador de la República (2000-2006): es un político al que dicen conocer dos de cada tres ciudadanos radicados en el municipio; Aranda estuvo un sexenio fuera de la entidad, colaboró con Vicente Fox y con la primera dama; idos aquellos buenos momentos, hoy aspira a la candidatura de su partido a la alcaldía de Puebla: la conocen tres de cada cinco ciudadanos, y al actual diputado federal Sánchez Díaz de Rivera dicen conocerlo uno de cada cuatro ciudadanos. Con relación a la confianza en ellos depositada, Ana Teresa Aranda lidera la lista de precandidatos panistas con 36 por ciento (64 por ciento no le tiene confianza o no la conoce); Paco Fraile tiene el 31 por ciento, y en el textilero Antonio Sánchez sólo confía el 9 por ciento de los ciudadanos. El voto potencial de los ciudadanos favorece a Ana Teresa Aranda, por quién votaría el 30 por ciento (70 por ciento no lo haría); por Paco Fraile lo haría el 22 por ciento, y por Antonio Sánchez el 6 por ciento. Comparada la intención de voto hacia el PAN con dos de sus precandidatos, Aranda se ubica 10 puntos arriba de su partido, y Antonio Sánchez, 22 puntos por debajo de su partido.

De los precandidatos priistas, Javier López, actual secretario de Gobernación, es el más conocido; muy cerca se ubica el ex futbolista y ex panista Roberto Ruiz Esparza, y muy lejos Salomón Jauli, promotor deportivo, y Eduardo Kuri, lider empresarial. En relación a la confianza en ellos depositada, seis de cada 20 ciudadanos confían en Javier López y en Roberto Ruiz, y tres de cada 20 dicen confiar en Salomón Jauli y Eduardo Kuri. Con relación al voto potencial, 21 por ciento dice que podría sufragar por Javier López (79 por ciento no lo haría); 19 por ciento, por Roberto Ruiz; 12 por ciento, por Salomón Jauli y 11 por ciento, por Eduardo Kuri. El mejor posicionado de los priistas es Javier López, pero como la probabilidad de perder es alta, podría declinar a favor de Eduardo Kuri, buscando atraer el voto panista y refrendar, al mismo tiempo, el voto priista; esta última circunstancia no la garantiza Roberto Ruiz Esparza, personaje ajeno a este partido. Con relación a la intención del voto del PRI, los cuatro precandidatos se ubican cinco puntos por debajo de su partido si la contendiente es Ana Teresa Aranda y cinco puntos por arriba de su partido si el adversario es Antonio Sánchez.

Con cuatro precandidatos priistas y dos precandidatos panistas se formaron ocho opciones de intención del voto; en todos los casos, Ana Teresa Aranda se ubicó entre 23 y 35 puntos por arriba de cualquiera de los precandidatos priistas; la máxima ventaja la tiene ante Salomón Jauli; la mínima, ante Javier López. Situación diferente se registra con Antonio Sánchez, quien pierde ante cualquiera de los cuatro priistas: por 17 puntos frente a Roberto Ruiz y por 11 ante Eduardo Kuri. En promedio, los priistas registran 19 por ciento de intención de voto si se confrontan con Ana Teresa Aranda. Pero si el adversario es Antonio Sánchez, el promedio de intención de voto es 29 por ciento para los priistas. Gustosos deben estar en el PRI con la pretensión de la extrema derecha poblana de imponer a Antonio Sánchez como candidato del PAN, y de la rebelión de los simpatizantes y militantes del PAN de impulsar la candidatura de Ana Teresa Aranda. No se vislumbran deserciones en el PAN, pero sí fisuras que puedan distanciar a sus simpatizantes con la dirección del partido.

El PAN tiene un registro de intención del voto superior a la suma de todas las intenciones hacia otros partidos; esto le permite impulsar candidatura de desconocidos o no bien ponderados militantes. Ya perdió en el municipio de Puebla en 1998 y 2004, cuando presentó candidatos impopulares, cuando eran la administración municipal saliente y los priistas presentaron candidaturas que despertaban confianza o, por lo menos, popularidad. La imposición de Antonio Sánchez podría ser similar a la de los casos anteriores: los panistas no cargarían con el desgaste de la gestión municipal, pero los priistas podrían capitalizar la obra pública de la actual administración.