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Puebla > Política
lunes 7 de mayo de 2007

Calderón sólo atestiguó el paso militar y después abandonó el desfile del 5 de mayo

Javier Puga y Martín Hernández

Apenas pasó la última fila del contingente militar que abrió el desfile del 5 de mayo el pasado sábado, Felipe Calderón Hinojosa y su séquito se dispusieron a abandonar el templete que compartían con el gobernador de Puebla, Mario Marín Torres, y otros invitados a la parada cívica, en lo que pareció ser otra muestra de la distancia que el presidente de la República Mexicana quiere mantener con el mandatario poblano.

Rafael Micalco, presidente del Comité Directivo Estatal del Partido Acción Nacional en Puebla (PAN), siguió a Calderón y ya no regresó a presenciar la marcha de estudiantes, xochiapulcas y demás contingentes que transitaron por el bulevar Héroes del 5 de Mayo.

Pese a todo, el pabellón no perdió su cariz bipartidista, pues en él permanecieron políticos del Partido Revolucionario Institucional; Manlio Fabio Beltrones, coordinador de los senadores del tricolor; su segundo de a bordo en la Cámara Alta, el ex gobernador de Puebla Melquiades Morales Flores; el ex senador Manuel Barlett Díaz; Víctor Hugo Islas Hernández, representante de la campaña de Roberto Madrazo Pintado en la elección pasada y quien fue sorprendido durante los comicios pasados en una amena conversación con el actual dirigente del PAN, Manuel Espino Barrientos, a quien llamó “jefe” mientras ambos afinaban detalles de una estrategia conjunta, pero no oficial, para derrotar a la Coalición por el Bien de Todos en Chiapas.

Del lado albiazul estuvieron como representantes el senador Humberto Aguilar Coronado y el diputado federal Antonio Sánchez Díaz de Rivera, ambos aspirantes a la gubernatura de Puebla; el segundo, interesado en obtener en breve la candidatura a la presidencia municipal.

Tras su salida, Calderón dejó en su representación a Javier Lozano Alarcón, quien es oriundo de Puebla, fue militante del PRI, luego prominente integrante del equipo de campaña del ahora presidente de la República y es el titular de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social.

Calderón Hinojosa evitó hacer cualquier comentario e incluso intercambiar miradas directas en público con el llamado góber precioso; sin embargo, la Dirección de Comunicación Social y Relaciones Públicas del Poder Ejecutivo local publicó desde la tarde del sábado una fotografía con un formato más amplio que el habitual en la cual Marín aparece dirigiéndose al panista sin que éste le mire a los ojos.

El boletín de marras destacó que Calderón y Marín encabezaron los festejos por la gesta histórica y publicó en primer párrafo las palabras del presidente. El documento oficial no consignó que Calderón apenas atestiguó por más de media hora el paso de los contingentes y prácticamente no habló con el gobernador de Puebla.

Inversión inútil en

carros alegóricos

Sin embargo, fue uno el comentario que más circuló entre los reporteros de prensa que cubrieron el acto y entre los secretarios del gabinete marinista, quienes no dejaban de hacer llamadas con sus colaboradores para obtener más detalles del “chisme”: el desplante que hizo Calderón al alejarse un paso de Marín Torres en la guardia de honor a Ignacio Zaragoza, desplante que repitió cuando el titular del Ejecutivo vio marchar a sus militares y simplemente se levantó de su asiento y se fue.

De nada sirvieron los 6 millones de pesos que la Secretaría de Educación Publica del estado invirtió en adornar carros alegóricos, cada uno de ellos con un costo de 15 mil pesos, porque Calderón ni siquiera se enteró de su existencia, como tampoco se enteró de las decenas de mantas que portaron los estudiantes con la leyenda “Bienvenido a Puebla, presidente Felipe Calderón”.

¿A qué le temen

Calderón y Marín?

La gente que lleva más de 20 años asistiendo año con año al desfile conmemorativo de la batalla de Puebla no recuerda un aparato de seguridad como el que el Estado Mayor presidencial instaló este fin de semana para proteger al presidente Felipe Calderón Hinojosa durante su visita a la capital del estado.

La Secretaría de Seguridad Pública estatal montó un aparato de seguridad similar para proteger al gobernador Mario Marín, después del antecedente de las protestas que en su contra realizó el Frente Cívico el año pasado; sin embargo, los policías estatales y municipales fueron rebasados por los federales y se limitaron a obedecer las órdenes de estos últimos.

“Ni cuando estaba el PRI en el gobierno era así; ahora existe un montón de policías y soldados vestidos de traje por todos lados. Son una bola de prepotentes”, afirmó la señora Micaela Martínez, quien guarda afecto especial por esta parada cívicomilitar.

Aunque muchos aplaudieron los contingentes de militares y escolares que pasaron frente a cientos de miles de poblanos, también fueron miles los que sufrieron las descortesías y el maltrato de soldados, policías estatales y municipales que, casi a gritos, ordenaban a cuanto se les acercaba: “¡Por aquí no pueden pasar!”.

El Parque Juárez y la rotonda de la 31 Oriente y el bulevar 5 de Mayo, a la altura de la Procuraduría General de Justicia, fueron convertidos en un búnker; nadie sin rigurosa acreditación pudo pasar por ahí, pues estaban apostados más de 300 efectivos de la Policía Federal Preventiva, un número similar del Ejército Mexicano y otro tanto igual de las policías estatal y municipal. Decenas más de militares vestidos de civil fueron desplegados a lo largo del bulevar. En el techo de un edificio de la zona dorada estaba un par de francotiradores militares vigilando con binoculares hasta el movimiento más sospechoso de los asistentes. Por vez primera hubo detectores de armas por el cual pasaron todos los invitados, funcionarios y reporteros que presenciaron todo desde sus cómodos palcos.

Para otros, su preocupación era distinta; la competencia entre cientos de ambulantes a lo largo y ancho del bulevar 5 de Mayo, principalmente de bebidas y productos para protegerse del sol, fue tan desleal que muchos de los negocios por un día quebraron antes de que iniciara el desfile. Es decir, antes de las 11 de la mañana optaron rebajar su mercancía y dejarla “al costo”, o bien retirarse del mercado. Todo esto con la mirada complaciente de los inspectores del Departamento de Registro y Fiscalización de la Tesorería Municipal.