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Puebla > Política
miércoles 18 de abril de 2007

Urge construir una “ciudadanía juvenil” en América Latina, dijo Licha en un boletín emitido por el INDES

Lesly Mellado May

Mientras el 40 por ciento de los jóvenes latinoamericanos (15 a 29 años) tiene una orientación claramente demócrata, el 60 por ciento restante se divide entre posiciones ambivalentes y no demócratas, situación que habla de la urgencia de organizar políticas para la construcción de la ciudadanía juvenil.

Así lo manifiesta la investigadora Isabel Licha en un documento incluido dentro del último boletín emitido por el Instituto Interamericano para el Desarrollo Social (INDES, www.indes.org). Amén de que un alto porcentaje de la población en América Latina no respaldaría la democracia si con ello se mejora su condición socioeconómica (según el informe del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, 2004), el perfil sociopolítico de la juventud universitaria no es nada alentador.

De acuerdo con un estudio realizado por la Asociación de Universidades Confiadas a la Compañía de Jesús en América Latina se tiene que los jóvenes se caracterizan por “Reducción de capacidad transformadora en movimientos sociales; indiferencia como defensa ante la imposibilidad de cambiar la situación de violencia; apatía e indiferencia política; bajo liderazgo en temas comunitarios, y desconcierto frente a los posibles aportes a la situación de sus países”.

También se identifica que “dan ayuda puntual sin compromiso social, muestran incredulidad en los grandes cambios sociales y tienen dificultad para construir la felicidad con otros y en comunidad”.

Su visión de la realidad es una “conciencia basada más en la información de los medios que en el análisis y el pensamiento crítico, poca información sobre acontecimientos de actualidad, desconocimiento y prejuicios sobre comunidades populares, urbanas, rurales y sobre la realidad de los países”.

Estudios realizados en Chile y Colombia, dice Licha, arrojan que “la generación actual está constituida por jóvenes en general más educados (es considerada la generación más educada de la historia) pero tienden a no usar mecanismos propios de la democracia”.

En Europa las cosas no son muy distintas, el panorama juvenil es un “aumento en los niveles de apatía política y cívica, la falta de confianza en las instituciones democráticas, aumento de casos de corrupción, racismo, xenofobia, discriminación y exclusión social, todo lo cual conspira contra la seguridad, estabilidad y crecimiento de las sociedades democráticas”. Por ello, la Unión Europea recomienda “salvaguardar a las sociedades democráticas a través de la educación para la participación ciudadana en la vida política, social y cultural”.

La investigadora opina que una de las formas de abatir rezagos sociales en la juventud latinoamericana (el 50 por ciento es pobre) es construyendo una “ciudadanía juvenil” como un proceso en el que desarrollan competencias y capacidades, generan identidad (pertenencia a la comunidad), construyen el interés público (integración), crean esfera pública (diálogo, debate, deliberación, concertación) y fortalecen la práctica participativa asociada con una cultura política democrática.

Hay además una propuesta de educación para una ciudadanía democrática emitida por el Consejo Europeo que apunta a desarrollar capacidades para resolver conflictos pacíficamente; argumentar de manera propia; escuchar, comprender e interpretar los argumentos de los demás; reconocer y aceptar las diferencias; elegir y deliberar; asumir responsabilidades compartidas; establecer relaciones constructivas con los demás, y desarrollar un espíritu crítico con respecto a la información, modelos y concepciones.