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Puebla > Economía
miércoles 18 de abril de 2007

Las autoridades cierran los ojos ante el uso de mano de obra infantil en la maquila: Juárez

Ernesto Aroche Aguilar

El uso de mano de obra infantil y la violación de los derechos laborales en la maquila de traspatio y pequeños talleres clandestinos es una realidad a la que las autoridades han cerrado los ojos, consideró el integrante del Centro de Investigación y Estudios de Posgrado de la Facultad de Economía de la UAP, Huberto Juárez Nuñez.

La situación ha sido reconocida por los propios patrones, recordó el investigador, al citar la declaración del entonces presidente de la Cámara Nacional de la Industria del Vestido (CNIV), Antonio Kurim Alam, vertida a los medios locales el pasado 27 de marzo.

Ahí, el dirigente de los empresarios del sector reconoció que apenas del 30 por ciento de sus trabajadores que laboran en empresas formales está registrado ante el Instituto Mexicano del Seguro Social; el resto carece de la protección que brinda dicho organismo de salud.

De acuerdo con el también autor del libro Allá... donde viven los más pobres, publicado en 2004, la competencia global y la poca capacidad o interés del empresariado local por apostar al diseño –nunca hicieron los paquetes completos, nunca generaron marcas propias–, han dejado “en la lona” a la industria maquiladora en la región, Lo que ha dejado como consecuencia falta de empleo, migración y pobreza

La mano de obra infantil, una característica

“Eso es cierto”, responde cuando se le cuestiona sobre el uso de menores de edad por la maquila, sobre todo la de traspatio o clandestina, como pudo constatar La Jornada de Oriente en una visita por la zona

“Es una de las características: las maquilas medianas se han pulverizado; sólo han sobrevivido las grandes como Navarra, como AZT, que han podido mantener relaciones con sus clientes; el resto ha desparecido o se ha atomizado. Muchas han pasado a la clandestinidad como talleres a domicilio”, y hace hincapié: “Algunas de esas maquilas no son pequeñas, porque tienen 25 o 30 trabajadores en las plantas”.

Y para reafirmarlo muestra unas fotografías tomadas en pequeños talleres durante una visita a la zona maquiladora que se ubica en los linderos de Puebla y Tlaxcala en donde se observan casashabitación adaptadas como talleres que de pequeños no tienen nada, pues se observan verdaderas líneas de producción.

“Es gente que trabaja en la clandestinidad –explica–, y aunque las autoridades lo saben, con el argumento de que si afectan a los talleres miles de trabajadores podrían quedar sin empleo, todo el mundo cierra los ojos. El Instituto Mexicano del Seguro Social sabe donde están, pero no mete las manos, la Junta de Conciliación cierra los ojos”.

Y sí. Alejo Conde Hernández, presidente de la Junta Local de Conciliación y Arbitraje número 7, que se ubica en la ciudad de Tehuacán, no deja lugar a dudas. En la entrevista que concedió a esta casa editorial el pasado lunes aseguró no tener reportes de que se ocupe mano de obra infantil o se violen los derechos laborales en la industria maquiladora de la región.

Los únicos registros con los que esa dependencia estatal cuenta, a decir del funcionario, son de las empresas formales: cerca de 65 para la región según datos de delegación de Tehuacán de la Cámara Nacional de la Industria de la Transformación (Canacintra); mientras que un número igual o mayor, que involucra a cerca de 26 mil trabajadores, está fuera de toda normatividad y por tanto de vigilancia.

Aunque a decir del economista de la UAP, el problema es “incuantificable pues son proveedores que se mueven en el ámbito de la informalidad, y además es muy complicado que una empresa maquiladora, que es la que los utiliza y muchas veces promueve entregándole maquinaria, acepte que esté produciendo fuera de su planta formal”.

Los códigos de conducta

Las violaciones laborales se observan sobre todo en los talleres clandestinos y en la maquila de traspatio, asegura el catedrático y explica el fenómeno: “En 2005, después de la liberación del mercado del vestido, Nike y GAP dan un paso gigantesco: publican la lista de sus maquiladores en el mundo, lo que resultó una sorpresa, pues nadie sabía donde estaban esas fábricas. Ahora hay presión para que el resto de las marcas haga lo mismo y eso se va a dar dentro de muy poco”.

Eso abrió la posibilidad para que los códigos de conducta que las marcas imponen a sus maquiladores se endurecieran, permitiendo además la intervención de auditores independientes para que hagan visitas a las plantas maquiladoras, cosa que cambia mucho el escenario, “antes las marcas avisaban con una semana de anticipación la llegada de los auditores, así que aguas con tus chamacos, había pitazos y les daban chance de acomodar las cosas, garrafones de agua, los baños limpios, no había chamacos, los códigos de conducta en su lugar”.

Ahora, señala, los maquiladores de cualquier parte del mundo saben que en cualquier momento pueden ser auditados sin previo aviso.

“Las maquilas medianas o pequeñas no pueden competir con eso al no poder echar mano de las ventajas espurias: no se pague Seguro Social, uses niños, expandas la jornada laboral más allá de lo legal, se obligue a los trabajadores a no salir hasta que se cumpla con el exceso de la producción, todo lo que viste en Tehuacán. Una política de capataces”.

“La respuesta de los empresarios es pasar a la clandestinidad. Y este es el reino del usufructo de la informalidad que atenta contra los derechos laborales y que vive de estas ventajas espurias. Y ya no es tanto el taller a domicilio que deshebraba. Ahora hay talleres muy sofisticados en donde, por supuesto, se usan niños”.