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Puebla > Cultura
viernes 16 de marzo de 2007

VIA ALTERNA

Internet, la nueva adicción

Juan Pablo Ramos Monzón

Martín, un diseñador de sitios web, pasa el día entero en su “oficina”, que no es más que una computadora instalada en su departamento. Conoce gente, pide comida, baja música; compra películas, ropa, muebles... ésta es la historia del cortometraje argentino Medianeras, ganador del Festival Latinoamericano de Video, que no está fuera de la realidad de un problema creciente en esta época: la adicción a internet.

Lo que surgió como un sistema de comunicación en el Departamento de Defensa Nacional de Estados Unidos no tardó más de una década en convertirse en una herramienta indispensable para empresarios, estudiantes y gobiernos. El internet revolucionó la comunicación enlazando a habitantes de todo el mundo a través de una computadora. Ahora, la información viaja por fibras ópticas y pantallas. Gente de todas partes se conoce en salas de conversación (chats) y se casan, hacen negocios, torneos de videojuegos, crean empresas y formas de vida.

La oferta casi infinita de actividades que se pueden realizar por este medio ha llegado a un grado tan alto que ciertos usuarios no conciben la vida sin estar conectados a la “red de redes”. Según estudios realizados, mil millones de habitantes del mundo tienen acceso a internet, de los cuales un 10 por ciento es adicto a él.

En diciembre de 2005 Corea del Sur dio la nota sobre el primer muerto a causa de un uso excesivo de internet, cuando Lee murió a causa de un infarto por agotamiento luego de pasar 10 días frente a la computadora de un cybercafé “entreteniéndose” con un juego de rol en línea. Durante ese tiempo, el joven de 28 años no durmió más de una hora diaria y consiguió que el dueño del establecimiento le permitiera quedarse en su oficina. La poca alimentación y el cansancio terminaron por aniquilarlo sobre el teclado.

China, Japón y Corea del Sur son tres de los países con mayor uso de internet, y por lo tanto con mayores casos de adicción. En el primero han tenido que crear clínicas de rehabilitación, pues un 14 por ciento de los adolescentes chinos sufre de esta “cyberfilia” (EFE, 23 de febrero de 2007).

El caso más sonado es el de la clínica de Daxing, China, donde se atiende a unos 60 pacientes diarios y unos 280 en días pico. Estos datos fueron revelados en un reportaje que se publicó en el Washington Post, donde además se relata el uso de choques eléctricos de bajo voltaje para ayudar a que los pacientes se relajen y puedan conciliar el sueño.

Algunos medios hicieron gran escándalo por esta técnica utilizada en la cínica de corte militar, dirigida por Tao Ran, aunque él mismo aclaró a la prensa que es un método empleado en la medicina tradicional china con el objetivo de regular las ondas cerebrales, pues en ocasiones los pacientes llegan a grados muy altos de estrés.

La clínica ha desarrollado un programa altruista para aquellas familias que tienen casos de adictos al internet, pues la estancia por tres meses en la academia de Daxin, suburbio de Pekín, cuesta más de mil dólares.

La destrucción de relaciones familiares, percepción alternada de la realidad y alteración del carácter son las principales consecuencias de pasar más tiempo del prudente frente a una computadora con conexión a la red. Y es que cada día se inventan más alternativas de entretenimiento que invitan a los usuarios a dejar a un lado otras actividades.

Recientemente se ha iniciado un debate sobre el uso de herramientas como los mensajeros instantáneos (Messenger, ICQ, etcétera) dentro de las empresas. En Argentina, este año se legalizó que el uso de estos medios de comunicación no sería causa de despido, “siempre y cuando no sean utilizados de forma excesiva”. En México, algunas empresas lo prohíben tajantemente, aunque aún no se ha publicado un estudio que diga cuántas horas de trabajo se pueden perder usándolos.

El acceso a internet es cada vez más fácil, los costos de renta de un equipo con conexión existen desde los cuatro pesos por hora, las computadoras han bajado sus precios y cada medio año, cuando sale un modelo nuevo, el anterior se devalúa hasta en un 50 por ciento.

La historia de Medianeras termina cuando Martín se queda sin luz en su departamento y tiene que bajar a la tiendita para comprar unas velas, lo que le permite ver a su vecina del edificio de enfrente con la que días más tarde tendrá un encuentro amoroso.

Sólo en esos casos inesperados, como en un apagón de luz, la realidad virtual queda suspendida para dar paso a la vida fuera de las computadoras. ¿Qué tanto tiempo pasamos y qué hacemos con ellas? ésa podría ser la primera pregunta para saber si estamos cayendo en una nueva adicción.

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