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Puebla > Municipio
viernes 16 de marzo de 2007

CINE

Buena letra, buena música

Alfredo Naime

Cuando uno es un sentimental irredento, a veces te encantan ciertas películas que otros –los críticos especializados, por ejemplo– consideran cursis o blandengues (y malas, por ello) si bien admiten que son “gratas e inofensivas”. Como yo soy de esos sentimentales sin remedio, salgo en defensa del gremio y de las películas en cuestión. En especial ante el pretexto y punto de partida que me ofrece Letra y música (Music and lyrics), comedia romántica de Marc Lawrence que tuvo el acierto de hacer sus protagónicos a Hugh Grant (con su perenne existencia dubitativa, que es ya su marca distintiva) y a Drew Barrymore, aún dueña del rostro más dulce del showbiz hollywoodense, así como de una envidiable, natural frescura.

¿Bastan los elementos mencionados, la simpatía, la química entre intérpretes –que es el aporte central de Grant y Barrymore en este caso– para consolidar una buena película? No necesariamente. Pero sí constituyen un buen kilometraje para el andar del filme en turno, sobre todo considerando que la abrumadora mayoría del público cinéfilo frecuentemente prioriza el pasarla bien ante la pantalla, por encima de tan altos valores (inestimables, sin duda) como el análisis, la profundidad, la introspección, la documentación e incluso la urgencia, del asunto o historia a tratar. Así, el valor de películas como Letra y música no radica en una conciencia, ni en un impacto definitorio esencial sobre nosotros, sino en eso que tanto suele gustarnos a los seres humanos (sobre todo a los sentimentales irredentos) que es sentirnos bien a partir de lo que vemos, escuchamos y vivimos en la pantalla (y por lo que, además, pagamos). Entonces, desde esa óptica –que ya dejé en claro no es la única ni mucho menos– que vivan Realmente amor, La mejor de mis bodas, Casarse está en griego, Spanglish, Besando a Jessica Stein, Mejor... imposible, Alguien tiene que ceder, Cuatro bodas y un funeral, Amelie y no pocas más cuyo principal atributo –a veces el único, pero fundamental– es el de “hacer sentir bien” al parroquiano. No en balde los productores gringos las conocen como feel good movies; muy atesoradas por ellos, porque también suelen hacer “sentir bien” a sus bolsillos.

Letra y música tiene que ver con Alex Fletcher (Grant), un cantante pop ochentero, pasado de moda, que se mantiene medianamente activo, gracias a sus éxitos de 25 años atrás, presentándose en ferias y parques de diversiones. Inesperadamente, la estrella juvenil del momento le ofrece una (nueva) oportunidad dorada: que le escriba una canción para su nuevo disco, misma que grabarán a dueto. Pero el encargo tiene altas complicaciones: Alex no ha compuesto en años, la pieza debe estar antes de una semana y –lo peor– él no es un buen letrista y no hay uno a mano ante tanta premura. Pero sorpresivamente, Sophie (Barrymore), la nueva cuidaplantas del departamento del compositor, demuestra un singular talento para articular palabras y darles sentido, con lo que, sin mucho desearlo, se convierte en la letrista del proyecto. Tal es el planteo; las consecuencias –románticas y de todo tipo– son las que usted tiene que ver y descubrir en la sala de cine.

Letra y música –cuya fotografía es por cierto del mexicano Xavier Pérez Grobet– no es de esas películas trascendentes que ganan premios (no deja de ser una cinta de fórmula), pero es atractiva y grata. Un cuento de hadas nada forzado en el que Hugh Grant está muy bien, soltando ingeniosas líneas de diálogo que definen tanto las tensiones argumentales como el dulce e íntegro personaje de Sophie. Y como Cora –la extravagante pop star; vehículo para la tenue crítica del film al mundo de la música alaMTV– Haley Bennett es toda una revelación. Letra y música, pues, nos hace reír a partir de situaciones reconocibles, nunca grotescas. Y si usted es de los que busca un mensaje, la película lo tiene: “no tardes en venir a verme, porque –en un descuido– me sacan de cartelera”.
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