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Puebla > Justicia
miércoles 21 de febrero de 2007

El cura pederasta se oculta y recibe protección en la región de Izúcar, dijo Sanjuana Martínez

Martín Hernández Alcántara

El sacerdote Nicolás Aguilar, acusado de haber violado sexualmente a casi 90 niños en México y EU, se esconde y es protegido por sus familiares en la región de Izúcar de Matamoros, por lo que es imposible que la procuradora General de Justicia, Blanca Laura Villeda Martínez, pretexte que ignora su paradero y continoe sin ejercitar la orden de aprehensión que tiene en su contra el presbítero desde hace nueve años, manifestó la periodista Sanjuana Martínez.


Sanjuana Martínez señaló que aunque el cardenal Norberto Rivera ha pretendido soslayar el proceso al que está sujeto en EU por encubrir a Nicolás Aguilar, ayer envió ante la Corte Superior de California en el Distrito Central del Condado de Los Ángeles a un poderoso bufete de abogados para defenderlo en el juicio / Foto: Rafael García Otero

Ayer, durante la presentación de su libro El manto púrpura –en la casa de lectura Profética–, la autora manifestó que hace dos semanas estuvo en la zona de Huehuetlán el Chico, de donde es oriundo el cura pederasta, concretamente en la zona de Jonacatepec y el Quebrantadero, en donde los hermanos de Nicolás Aguilar Rivera, Javier y Ricardo, amén de un primo, le brindan alojamiento y protección.

A pregunta expresa de uno de los asistentes al acto, Martínez reveló que ha recibido amenazas anónimas por los casos que ha documentado en su obra más reciente, pero acotó que a partir de que su caso fue tomado por el Comité de Periodistas de Nueva York, los amagos han disminuido.

También señaló que aunque ante la opinión pública nacional el cardenal Norberto Rivera Carrera ha pretendido soslayar el proceso al que está sujeto en Estados Unidos por encubrir la pederastia del cura Nicolás Aguilar, ayer envió en su representación ante la Corte Superior de California en el Distrito Central del Condado de Los Ángeles a un poderoso bufete de abogados estadounidense para defenderlo en el juicio.

Pasadas las 7 de la noche, Sanjuana Martínez señaló que una hora antes aproximadamente tuvo comunicación directa con sus informantes en Estados Unidos, quienes le dijeron que los representantes legales del obispo primado de México, cuyos honorarios oscilan en los 500 dólares por hora, llevaron al tribunal de marras las pruebas que su cliente se ha negado a presentar ante la justicia y los medios mexicanos, que se las han exigido desde que fueron descubiertos los casi 90 abusos sexuales contra niños perpetrados por Nicolás Aguilar Rivera.

En esa lógica, consideró necesario saber de dónde proviene el dinero que Rivera Carrera está utilizando para sostener su defensa.

Martínez aclaró que profesa la religión católica y que de ninguna manera su libro es anticlerical. Dijo también que muchas personas le han preguntado si ella fue víctima de una violación cuando niña o si alguien de su círculo cercano –parientes y amigos– lo fue, a lo que ha respondido que no, que la motivación para escribir El manto púrpura se originó en la enorme indignación que sufrió cuando cubría la información generada en El Vaticano y se enteró de los abusos cometidos por el fundador de la orden los Legionarios de Cristo Rey, Marcial Maciel.

También resaltó que los sacerdotes son una clase “especial” de depredadores sexuales, pues su investidura les confiere un poder sobre muchas conciencias, aunque externó que los pederastas vestidos de “mezclilla”, “traje” o “sotana”, es decir, la de los empresarios, los políticos y el clero, forman parte de la misma red que goza de impunidad en el país

Alusiones a Mario Marín

Aunque en toda su intervención Sanjuana Martínez prodigó críticas y acusaciones contra Norberto Rivera Carrera por su consentimiento a la violación de infantes por parte de curas, casi al final de su intervención, a evidente manera de broma, expresó su agradecimiento al cardenal, pues gracias a él, apuntó, conoció a la actriz Jesusa Rodríguez, pues el purpurado las acusó a ambas –y a la Red de Sobrevivientes de Abusos Sexuales de Sacerdotes (SNAP, por sus siglas en inglés)– de haber orquestado la irrupción de católicos en las homilías dominicales de la catedral metropolitana.

Empero, Martínez informó que fue hasta el día de ayer cuando conoció en persona a Jesusa Rodríguez, quien fue presentadora del libro junto con Lilia Vélez Iglesias, coordinadora de la carrera de periodismo en la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla; Eduardo Almeida –investigador de la Universidad Iberoamericana, quien leyó un texto de su compañera, María Eugenia Sánchez Díaz de Rivera–, y la antropóloga Catalina Pérez Osorio.

Con su particular estilo sarcástico, Rodríguez destacó la “doble moral” que impera en la iglesia católica, condición que, aseveró, ha sido trasladada a casi todos los ámbitos de la sociedad mexicana y del mundo occidental.

Esa “doble moral”, insistió, es la misma que exonera de cualquier pecado a quien puede pagarle a la iglesia y la que criminaliza a los niños víctimas de los abusos sexuales como si ellos fueran los culpables de la depredación que sufrieron.

Las presentadoras y la autora del libro no pudieron dejar de mencionar o hacer alusión a la crisis política que vive Puebla a partir de que fue descubierta la conjura del gobernador Mario Marín Torres y el apostador Kamel Nacif Borge en contra de la periodista Lydia Cacho Ribeiro, autora del libro Los demonios del Edén, el poder que protege la pornografía infantil, obra que denunció la existencia de una sofisticada red de pornografía infantil en la que han participado prominentes personalidades de la política mexicana.

María Eugenia Sánchez Díaz de Rivera, en voz de Eduardo Almeida, señaló que El manto púrpura y Los Demonios del Edén son volúmenes que deben servir para “despertar las conciencias de la sociedad nacional”, a fin de que exija castigos ejemplares contra los violadores de niños.

Lilia Vélez Iglesias condenó el abuso de poder que cometen los sacerdotes pederastas, quienes se aprovechan de sus ministerios para ganarse la confianza de los feligreses y perpetrar sus delitos.

Catalina Pérez Osorio abogó por una mayor organización social para exigir que se penalice a los pederastas.

En donde todo comenzó

Hoy, el libro El manto púrpura. Pederastia clerical en tiempos del cardenal Norberto Rivera Carrera, será presentado en la ciudad de Tehuacán, lugar donde este último fue obispo.

El acto estará revestido de un simbolismo especial, pues fue en la zona de Tehuacán y en la Sierra Negra en donde el sacerdote Nicolás Aguilar Rivera perpetró la mayoría de las violaciones sexuales a niños.

Se espera una gran afluencia de personas a la presentación de la obra.

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