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Puebla > Salud
viernes 15 de diciembre de 2006

EPIDEMIO-LÓGICA

Efectos terapéuticos de la marihuana

José Gabriel Ávila-Rivera

La planta marihuana o “mariguana”, cuyo nombre científico es Cannabis sativa, ha sido utilizada por el hombre desde la antigüedad para múltiples fines, que van desde la elaboración de fibras textiles, propósitos gastronómicos, en lienzos para pintura al óleo, pues de hecho la palabra canvas, que en inglés quiere decir lienzo, deriva de cannabis (oil on canvas), y sobre todo, sobresalen sus fines terapéuticos. El cultivo es simple y curiosamente, aunque se le ha llegado a denominar “mala hierba” por su gran facilidad de crecimiento, constituye la planta con más alto potencial para la generación de biomasa en el planeta, por lo que su uso industrial podría ser considerado importante. Estas propiedades se han desaprovechado, ya que su cultivo está prohibido en casi todos los países. Sabemos que su utilización como medio para experimentar efectos a nivel del Sistema Nervioso Central la hacen ser considerada una droga. Sus consecuencias biológicas se deben a una serie de compuestos en la resina, secretada por las hojas y brotes florecidos de la planta, que algunos biólogos han propuesto que tienen la función de ejercer un efecto protector contra insectos. A pesar de que posee cualidades potencialmente terapéuticas, definitivamente no es una droga inofensiva, como muchos quieren pensar. Su uso trae altos riesgos para la salud física y mental. Se han detectado alrededor de 400 compuestos químicos diferentes en la planta, la mayoría de ellos sumamente tóxicos. Sólo uno, el delta-9-tetrahydrocannabinol (THC), parece ser responsable de la mayoría de los efectos medicinales, así como de los psicotrópicos, que se pueden definir como agentes que actúan sobre el funcionamiento mental. A pesar de que el THC y un grupo de compuestos derivados (los canabinoides) han podido ser aislados y purificados en el laboratorio, no se ha determinado aún su nivel de seguridad de modo que puedan ser administrados en seres humanos. Tampoco se ha establecido de manera definitiva su eficacia terapéutica en el tratamiento de padecimientos para los que se ha propuesto su legalización, ya que no existen estudios ni pruebas clínicas debidamente diseñadas que, bajo un riguroso diseño de investigación clínica, demuestren su eficacia sin riesgos. Esto obedece a que ciertas dosis probadas en animales pueden tener efectos secundarios diversos que incluyen depresión significativa del sistema inmunológico, sin haber podido determinar la causa. Hablando específicamente del Sistema Nervioso Central (SNC), sus acciones se caracterizan principalmente por una importante reducción de la movilidad, disminución de la temperatura y analgesia, además de sus bien conocidos efectos de tipo cognoscitivo. Sus usos son prácticamente anecdóticos, basados en experiencias meramente empíricas, y aunque de alguna manera, desde el punto de vista estrictamente científico, es necesario llevar a cabo investigaciones serias y bien diseñadas, es muy poco probable que en el futuro puedan realizarse, sobre todo en nuestro país, donde los índices de cultura, educación y conciencia de la población hacen ver a esta planta en una forma extremista: por un lado se ha satanizado, y por otro, divinizado. Tan es así que, por sólo citar un ejemplo, en una entrevista publicada en este diario (La Jornada) el 12 de diciembre de 1999, el cantante y guitarrista Carlos Santana declaró: “El hombre hace la cocaína y la heroína y Dios hace la mariguana; pero él no hace drogas. La mariguana es una medicina...” Lo cierto es que existen evidencias de que el principio activo de Cannabis sativa puede utilizarse en padecimientos tan diversos que incluyen el glaucoma, mejoría de la náusea, vómito y falta de apetito generados por los tratamientos para el cáncer, además de hacer a un individuo más tolerante al dolor, lo que implicaría una mejora en la calidad de vida de individuos con dolor crónico rebelde a tratamientos múltiples. Planta que con tantas virtudes y defectos, efectivamente representa en la actualidad motivo de discusión, sobre todo porque su altísimo consumo ilegal representa no sólo un problema de salud pública, sino un dilema de alcances sociales, económicos y políticos que no podemos siquiera lejanamente imaginar. Es así que, como médico, y contrariamente a lo que pudiesen opinar aquellos que la consumen habitualmente, considero, sin prejuicios, que la vida se puede sentir intensamente independientemente de consumir el delta-9-tetrahydrocannabinol.

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