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Puebla > Estado
viernes 24 de noviembre de 2006

OPINIÓN

Zapata, de Pedro Ángel Palou García

Víctor Hugo Valencia Valera*

Agradezco enormemente la invitación, tanto del autor como del anfitrión, el compañero Carlos Barreto Marck, por el gusto y privilegio para externar estos modestos comentarios sobre la novela Zapata, del doctor Pedro Ángel Palou, y particularmente en estas tierras zapatistas y en la histórica ciudad de Cuautla y en su museo que aquí nos cobija.

Estamos aquí para compartir lo que a don Emiliano Zapata no le tocó ver y sólo se imaginó: el triunfo de su Revolución. Estamos aquí para confirmar el error del general Pablo González, al pensar que muerto Zapata, el zapatismo había muerto, sí, efectivamente se equivocó siempre, en su visión militar y social y en el registro de la historia.

La historia del movimiento o Revolución del sur que encabezó el general Zapata, tiene y seguirá teniendo muchos hilos por donde bordar, (algunos aún intactos) dada la riqueza documental que existe en torno a ésta y al personaje, pero difícilmente se pueden cerrar los capítulos que se quieran escribir, ya que seguiremos encontrando las interrogantes que no necesariamente son explicadas por la historia o el dato histórico. Porque la naturaleza humana y su pensamiento no siempre es posible detenerlos en el tiempo, fijarlos para descifrarlo en el futuro. En esto, el recurso de la novela que hoy se escribe sobre Zapata, nos permite ver más allá del ícono, ver la historia de un hombre envuelto en su naturaleza humana y por sí mismo.

El texto que Pedro Ángel Palou nos presenta sobre el general Zapata tiene la virtud de ofrecernos la visión novela y el dato histórico que sobre el personaje existe, así como las referencias del contexto que vivió el movimiento social que generó ese reclamo por el derecho a la tierra, particularmente en esta región morelense y sus estados aledaños, como Puebla, México e Hidalgo y además el Distrito Federal y que le definieron ideológica y políticamente como algo diferente a la revolución del norte y quienes finalmente institucionalizaron la revolución, ya que muy bien podemos decir y señalar que a la Revolución Mexicana hay que ubicarla y entenderla antes de 1914 y después de 1914.

El maestro Palou la aborda tan bien, que uno inicia a leer su texto y no se puede dejar hasta que se termina la última página. Y luego, si el vicio profesional lo exige, a buscar los libros de historia para refrescar los datos o para confirmar los hechos que el maestro Palou narra.

Me parece que esta novela logra muy bien el esfuerzo de entender al personaje histórico que hoy es Zapata. Recorre con el lector el sentimiento y el compromiso que lo ubicó en la historia desde el mismo momento que por encargo de los viejos de Anenecuilco (consejo de ancianos) lo nombraron jefe del pueblo para defender las tierras y convertirse así y por toda su vida en el “Calpulelque”, en la tierra con todo y contra todos. Pero también nos habla del hombre que vivió el amor, la pasión, la traición y el gusto por la tierra y sus costumbres, todas recreadas por Palou en el ejercicio y recurso que brinda esta novela histórica y fundamentalmente humana, porque logra transmitir los sentimientos personales de Zapata y los compromisos sociales del caudillo, por lo suyos, por su arraigo a la tierra, mostrando el significado de luchar por lo que siempre se tuvo, y sólo por vivir en lo suyo y por lo suyo: la tierra.

Es muy importante señalar que la novela, además de ubicar y entender a un personaje histórico como hoy lo es Zapata, también expresa muy claramente en todo su relato y sin sentirse ideologizado, el carácter de clase que representaba la lucha por la tierra para Zapata y para un importante sector de sus seguidores y jefes de guerrilla; así como la trascendencia de su misión plasmada en el “Plan de Ayala” como demanda y sustento de esta revolución sureña, claramente opuesta, primero con Madero, luego de Huerta y finalmente definidos con el liderazgo de Venustiano Carranza, quien los tildó siempre como “un grupo de rebeldes de poca monta”, y que como lo señala el texto de Palou, al confrontar imaginariamente o textualmente a Zapata que le dijera: “¿qué haciendas les pertenecen para empezar repartirlas?” Nadie puede andar dividiendo lo que no es suyo...”, decía Carranza “el jefe máximo” que se montó en la revolución ya constitucionalista, razón por la cual nunca podía darse un acuerdo cuando el interés de fondo, el interés de clases, era contrario y más allá de personajes como Manuel Palafox o Genoveva de la O, o de Otilio Montaño. La novela, la historia, la vida de Zapata, nos confirma que Zapata vivió una revolución donde en el sur se peleó buscando el arraigo a la tierra, más allá de un discurso y no con la mira en el ejercicio de poder en el México del principio de un siglo.

Por esto me parece que el libro de Zapata, además de la recreación histórica y de la vivencia humana del suceso y hechos que lo rodea, y de volvernos al gusto de revisar los viejos y actuales textos que sobre el tema se han escrito, también nos devuelve el sentimiento y el significado que para las comunidades campesinas de México representan y han representado sus títulos de tierras vistas estas a través de los llamados “títulos primordiales”, “titulo agrario”, “certificado”, etcétera, ya que son el testimonio legítimo de sus arraigo a su tierra y a su origen y que para Zapata, desde que recibió de su tío los títulos de tierra, aquella tarde del 12 de septiembre de 1909 y hasta días antes de su muerte, fueron su razón de existir y de su sueño y proyecto para su pueblo y de los pueblos que aún hoy siguen existiendo en este México rural y campesino.

Finalmente quisiera referir que también es muy importante cómo el autor va describiendo y enfilando al grupo de dirigentes cercanos a Zapata que, sin dejar de ser el personaje central en esta su historia y para la historia, también cautivan y nos permiten conocer a personajes trascendentes en la historia de esta revolución, como lo fueron Genoveva de la O, Francisco Mendoza, Fortino Ayaquica, Pablo Torres Burgos, Eufemio Zapata, Amado Salazar, Manuel Palafox, Otilio Montaño, Antonio Díaz Soto y Gama, Gildardo Magaña, entre otros mucho más y que esta versión novelada del general Zapata, también los logró describir el maestro Palou a su manera; como en su momento y con su estilo, y su visión de historiador y cronista lo hizo el hoy finado maestro morelense Valentín López González, en su viejo texto que bien intituló si no mal recuerdo, “Los jefes o comandantes de Zapata”. Hoy en esta novela se reviven historias de una revolución que traspasó fronteras y que como un sueño que en su momento tampoco se quería vivir, todavía hoy se sigue contando para que no se olvide nunca; y que en Anenecuilco, en Villa de Ayala, en Cuautla, algunos nuevos soñadores con su trabajo de la crónica o del estudio documentado, siguen con Zapata a través de Luciano Luna, el profesor Amador Espejo, el maestro Carlos Barreto y los corridos morelenses a los que Palou revivió en cada página de su libro con el general Emiliano Zapata Salazar como herramienta para escribir una nueva y excelente novela histórica.

¡Felicidades!

*Discurso pronunciado durante la presentación del texto.

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