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Puebla > Estado
viernes 17 de noviembre de 2006

Casas de empeño en Atlixco: entre la necesidad y los sueños por cumplir

Miguel Ángel Domínguez Ríos

Atlixco– Aquí, en este municipio, tres resultan los negocios de moda: las inmobiliarias, las casas de cambio y las de empeño. Sobre el primer caso, este diario ofreció un panorama meses atrás, cuando reveló la llegada y existencia, en un promedio de tres a cinco años, de aproximadamente dos decenas de esos giros.

En cuanto a los establecimientos responsables de recibir y cambiar los dólares, es un tema aún por examinar, pero forma parte de la ola de consecuencias derivadas de los migrantes en la zona de la Mixteca poblana, del Valle de Atlixco e Izúcar de Matamoros.

Sin duda, las casas de empeño son menos en cantidad, comparadas con las de cambio, aunque aparentemente más efectivas; sobre todo en un ambiente económico de desigualdades, en un municipio lleno de familias pobres, o con ingresos a cuentagotas, y necesitadas de dinero en los momentos de más apremio para cubrir las necesidades básicas.

A la mano

Si un atliscense requiere dinero en efectivo de manera pronta, no necesita buscar mucho. Las casas de empeño están en lugares estratégicos: el Monte de Piedad aparece con un enorme espacio en la llamada plaza Atlixco, el centro comercial más visitado de la zona; incluso, esa institución ya entró a la batalla mediática, y a través de anuncios radiofónicos intenta convencer a la posible clientela de ser la mejor opción.

Prendamex es la competencia. Y los sitios de ubicación son dos: el primero, dentro de la terminal de autobuses de la línea Oro y Erco; además, un policía vigila los aparadores de la segunda área, instalada a 200 metros del zócalo de la ciudad.

Otros negocios de ese tipo y de menor impacto siguen dentro del primer cuadro de Atlixco y al acecho de personas dispuestas a dejar algo a cambio de billetes. No cuentan con la misma publicidad, pero tras las cortinas son evidentes las filas de televisores de todos tamaños y marcas.

–¿Es un buen negocio? –preguntó el reportero a una empleada.

–La necesidad del dinero siempre es negocio –respondió entre ironía y sonrisas.

De acuerdo con los datos obtenidos por La Jornada de Oriente, en el municipio existe de manera legal aproximadamente una decena de casas de empeño abiertas hace tres y cuatro años. Igual de procedencia nacional, estatal o de manufactura local; sin olvidar a los agiotistas, quienes permanecen en anonimato.

La mayoría de las personas interrogadas sobre el tema califica a esos establecimientos como algo “necesario y no como un asunto de mercenarios de la necesidad”. Opinó Claudia, una madre soltera, quien es frecuente cliente. “Los comerciales en la televisión dicen la verdad: uno deja algo para salir de los compromisos y después, en la quincena, logramos recuperarlo. Es como jugar a la confianza”.

Resulta prácticamente imposible conocer con certeza la cantidad de dinero manejado y de clientes en ese giro. “Ocurre por etapas y ciclos. Casi siempre es para cumplir los sueños más anhelados de una clase media o baja incapaz de pagar todo de contado. Por algo los anuncios de esos comercios hablan o refieren a los síntomas más vulnerables para acudir con ellos: la fiesta de quince años de la hija o el casamiento, y pocas veces una necesidad como los malestares de la familia”, reiteró una de las personas consultadas.

Desigualdad

La llegada de casas de empeño a Atlixco tiene muchas explicaciones. Aquí una: según el censo del año 2000 del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI), el municipio presentó desigualdades económicas evidentes:

“El 50 por ciento de los más de 110 mil habitantes considerados Personas Económicamente Activas (PEA) estaba ocupado en el sector terciario (comercio, servicios y turismo). Eso equivalía a 18 mil 113 gentes en la zona urbana (93.48 por ciento); seguido por el primario (agropecuario), de 3 mil 246 con trabajo (31 por ciento) y finalmente, el secundario (manufacturas y construcción) de 6 mil 770”.

Para ese mismo año, el 13. 7 por ciento del PEA no alcanzaba salario alguno; 72.1 por ciento apenas tres mínimos y únicamente el 8.8 por ciento percibía más de cinco salarios mínimos. “Eso representa un desequilibrio económico”.

Otro dato más: tres juntas auxiliares de las más importantes, como San Jerónimo Coyula, San Juan Ocotepec y San Pedro Benito Juárez, de forma conjunta reunían la mitad de los ciudadanos sin cobrar en nómina; mientras, San Isidro Huilotepec y Atlixco tenían entre el 5 y 7 por ciento de quienes sí aspiraban a una quincena.

Además, Atlixco, desde finales de la década de los 80, y tras el fin de la época textil, quedó incluido en la segunda etapa de zonas de alta expulsión de migrantes (junto a municipios de las cercanías de los volcanes, como Tochimilco, Nealtican y San Nicolás de los Ranchos) a Estados Unidos. Hoy, algunos cálculos hablan de 30 mil distribuidos en toda la geografía norteamericana.

Oficio antiguo

Un reporte de la Comisión Nacional para la Protección y Defensa de los Usuarios de Servicios Financieros (Condusef), emitido recientemente, refiere antecedentes de las casas de empeño: “Operan desde hace varios siglos en oriente y en occidente. En México, tras el final de la Revolución, en junio de 1921, la Junta de Beneficencia Privada (dependiente de la Secretaría de Gobernación) inicia la vigilancia de las operaciones de éstas. Así aparece la rama de préstamos con garantía prendaria manejada por empresas privadas, con el propósito de desarrollar y operar franquicias en todo el país, otorgando créditos”.

Esa figura encuentra fundamento jurídico en la fracción tercera del artículo 27 constitucional, en donde reconocen la existencia de instituciones de beneficencia privada, cuyo objeto es el auxilio de los necesitados, la investigación científica, la difusión de la enseñanza, la ayuda recíproca de los asociados o cualquier otro objeto lícito.

Las casas de empeño son reguladas como tales desde 1943. Los estados de la República que cuentan con su propia legislación son Aguascalientes, Baja California, Baja California Sur, Campeche, Colima, Distrito Federal, estado de México, Guanajuato, Hidalgo, Jalisco, Michoacán, Morelos, Nayarit, Nuevo León, Oaxaca y Puebla.

Para constituirse como organismo de asistencia privada, el artículo 8 de la ley establece los requisitos: nombre, domicilio y demás generales del fundador o fundadores; denominación, objeto y domicilio legal de la institución que se pretenda establecer; la clase de actos por ejecutar y las características de las actividades destinadas para mantenerse activas, todas sujetándose a las limitaciones establecidas en la ley.

Según la Condusef, “el sistema financiero está constituido por patronatos legalmente reconocidos; sin embargo, para la mayor parte de la población mexicana existen dos sistemas: el formal y el informal. El primero suele estar casi siempre fuera de su alcance; el segundo, en el que se realiza la mayor parte de esa actividad, se desarrolla en un ámbito comúnmente sin supervisión y lejos de registros y estadísticas oficiales”.

La actividad económica informal en el país, advierte esa dependencia, comprende mucho más que el agiotismo; “no obstante, es de trascendencia mencionar que los agiotistas son para las personas con escasos recursos una fuente de crédito importante. En México hay prestamistas prendarios del sector informal y casas de empeño que operan legalmente. En México trabajan más de 250 casas de empeño, entre las de asistencia privada y las empresas particulares”.

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