"Periodismo regional a la medida de su tiempo"

EnviarEnviar Imprimir

Puebla > Estado
lunes 17 de julio de 2006

El río Nexapa: brotan viejos problemas

Miguel Ángel Domínguez Ríos

Izúcar de Matamoros– Detrás de aquel episodio reciente del 2 de julio de inundaciones en decenas de casas ubicadas en el margen del río Nexapa, brotan y convergen a primera vista historias del México viejo: corrupción, complicidades, promesas incumplidas, desaciertos del gobierno, olvido oficial y pobreza.

Dos semanas después del susto, y con las pérdidas materiales aún sin reparar completamente en muchas familias, la calma parece llegar; sin embargo, el problema de fondo no está resuelto y merodea en el ambiente el fantasma de una nueva contingencia debido a ésta y las siguientes temporadas de lluvia.

La frase de bienvenida es simple: “la patria no se vende; se defiende”, reza en uno de los contrafuertes de la iglesia. Metros adelante, después del puente amarillo –y a sólo cuatro o cinco cuadras del zócalo– comienza el México, el cual, para el discurso de los políticos, está rebasado, pero no es cierto. Sigue ahí; no sólo escondido, también tolerado.

La colonia San Juan Cuauhixtla es una mezcla rara porque viven ricos y pobres. Aunque en la realidad son iguales por un pequeño detalle: ninguno cuenta con escrituras de sus casas grandes y pequeñas. De adobe o de ladrillo.

Un puente llamado viejo, construido en los primeros años del siglo anterior, sirve a los vecinos para atravesar el cauce del río Nexapa. Cerca de uno de los barandales de esa plataforma, roto por la fuerza del agua, está sentado el viejo Erasmo. Observa los trabajos de desasolve de las autoridades.

Dice que el susto ya pasó. “Tengo 60 años de vivir en la orilla, y no recuerdo una subida como esa noche. La tragedia es inexistente porque los muertos no llegaron, afortunadamente. Sólo el agua entró a las casas”. Explicó que a pesar de los riesgos la gente no dejará las viviendas construidas desde hace años. “Cuando Manuel Bartlett era gobernador, acudió a inaugurar una carretera y pasó por aquí pidió a las personas reubicarse, pero no quisieron porque las casas no salían gratis. Y seguimos aquí, jugando con el río”.

Erasmo platicó cómo poco a poco las familias aparecieron para instalarse en zona federal: “hace aproximadamente 50 o 60 años, quizá más, la entonces Secretaría de Recursos Hidráulicos autorizó todo. Era por un tiempo, y no ocurrió así. Todavía recuerdo la frase de Bartlett (Manuel): ‘escogan, ¿quieren pagar casas? o ¿prefieren vivir trepados en un árbol?’”.

El Nexapa atraviesa de lado a lado este municipio. Pertenece a la cuenca de los ríos Atoyac y Mixteco. Abarca parte de los estados de Tlaxcala, Puebla, Morelos, Oaxaca y Guerrero. El Atoyac está formado por varios escurrimientos del volcán Iztaccíhuatl, entre los estados centrales de México y Puebla. Por su parte, el Mixteco es generado en la vertiente occidental del complejo oaxaqueño. 58 kilómetros aguas abajo de la confluencia del Atoyac y el Mixteco recibe en el margen derecho las aguas del río Nexapa.

De acuerdo con los datos del censo de la Dirección de Protección Civil del Ayuntamiento de Izúcar de Matamoros, obtenidos por este diario, en la zona federal y prácticamente sobre el Nexapa cohabitan cerca de 250 casas; es decir, más de mil 500 personas. La mitad, oriunda de Izúcar, y el resto de estados como Oaxaca, Chiapas, Veracruz y Campeche.

Una de esas personas es el profesor y jubilado, Ignacio Sosa. Es contundente: “en serio; nosotros, la familia, logramos salvarnos porque la casa es de tres pisos. No mames... no mames; estuvo bien cabrón”.

Llegó hace 30 años de Campeche para cumplir tareas en las aulas. Una compañera ofreció el predio de tres plantas en 500 mil pesos. “Y cuando pedí las escrituras apareció el problema: no había; de hecho, nadie tiene. Así es imposible, pero lógico. ¿Quién puede tener papeles de una construcción en zona federal”.

–¿Y qué pasó esa noche?

–No mames. A las 11 de la noche con 15 minutos tocó la puerta un policía para avisarnos de una ola de 15 metros de alto. No mames. Mandé a la familia a salvo y decidí asomarme por la ventana de la cocina. No mames... la ola fue de siete metros. Aun así, alcanzó el segundo piso. Hasta la Biblia quedó mojada. El agua avasalló los dos primeros pisos.

Pero la mayor preocupación, después de la familia y tras verificar la magnitud del río, tenía nombre: Leonor Ventura, la vecina. “No mames; ella vive en una casa de una planta. Y desde aquí (el patio del tercer piso) grité y grité: ‘váyanse, váyanse con sus nietos y nuera porque está cabrón’. Y esa gente, en lugar de salvar la vida, estaba sacando los muebles y los aparatos como el refrigerador y la estufa. No mames... logré convencerlas de dejar eso y salvarse”.

–¿Y luego?

–Mírela... ahí está y quiere platicar con usted.

Leonor tiene una pequeña vivienda. El calor a la una de la tarde es insoportable en la casa porque la lámina de asbesto es incapaz de detenerlo. El hogar huele a húmedo. Cala la pobreza. Perdió refrigerador, la estufa, una cama y varios muebles. Hasta la fecha recuperó despensas, un cobertor, dos pares de chanclas y una pequeña estufa entregada por el gobierno de Mario Marín.

Leonor, madre de un panadero de la capital de estado y a cargo de la nuera y los dos nietos, tiene esperanzas en un papel: es la promesa por escrito del gobierno municipal del priista Filiberto Guevara de entregarle, a cambio de ese vale, un freegobar y una licuadora; por cierto, no existe fecha concreta.

Erasmo, Horacio y Leonor coinciden en dos cosas: primero, en la falta de visión del gobierno federal, estatal y sobre todo municipal para intentar corregir el problema de fondo. “Por ejemplo, Filiberto Guevara, (quien acudió el pasado sábado a verificar los trabajos de desasolve), no tiene hasta el momento la capacidad de convocar a los vecinos con problemas para platicar de posibles soluciones. Eso esperamos pronto”.

Segundo: “después de platicar con un número importante de vecinos, queremos decirle a las autoridades que sí deseamos salirnos de este lugar por el peligro representado para nuestras familias. Y a cambio, en la medida de nuestras posibilidades, pagar una casa en otro lugar. La salvación ya no depende de nosotros. El gobierno puede fungir como aval y sacarnos”, explicó el profesor jubilado.

Hasta el final

Dos regidurías de la Comuna de Izúcar de Matamoros están a cargo de los trabajos para retirar los escombros del río: el de Ecología y de Agricultura. Informaron que desde el pasado lunes 3 de julio la CROM local prestó maquinaria y camiones para ese esfuerzo. “Debemos decirte que en promedio sacamos 60 camiones de escombro del río (de las tres salidas del puente viejo dos estaban tapadas y eso provocó el desbordamiento a las calles laterales), y seguiremos hasta el final. Como es difícil aspirar a una reubicación para el ayuntamiento, por falta de recursos económicos, pretendemos aminorar los riesgos limpiando el Nexapa”.

Explicaron que hasta la fecha la Comisión Nacional del Agua (CNA), “responsable de poner algún tipo de respuesta o solución, no aparece en escena. Y ellos, por tratarse de un tema federal, deberían estar aquí, y no están”. Un dato más: el 2 de julio, el día del desbordamiento, curiosamente no llovió en Izúcar. Sólo ocurrió en la zona del volcán Popocatépetl. Imagínate cuántas cosas pasarán si cae una fuerte precipitación pluvial cerca”.

Cabe recordar que días después de las inundaciones, el director del Sistema DIF estatal, Valentín Meneses Rojas, entregó apoyos a las 146 familias afectadas. “La ayuda fue con enceres para el hogar como refrigeradores, parrillas de gas, licuadoras, colchones, colchonetas, cobertores, ropa y despensas”.

EnviarEnviar Imprimir