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Puebla > Estado
lunes 17 de julio de 2006

CUITLATLÁN

Gonzalo Bautista: depredador y terrorista

Fermín Alejandro García

Ayer murió Gonzalo Bautista O’Farrill, uno de los hombres más nefastos y oscuros de la historia contemporánea de Puebla. Tal vez fue el gobernador más derechista que ha tenido el estado, que no deja ningún legado, sino por el contrario, únicamente se le recuerda por ser el presunto autor intelectual de los asesinatos de siete luchadores universitarios de los años 70; de haber emprendido una campaña de terrorismo contra sus adversarios políticos, y más recientemente, por ser un depredador del medio ambiente. En resumen, fue un tirano.

Las actuales campañas de odio irracional que la derecha panista, o mejor dicho, la derecha calderonista, ha expresado contra la izquierda tuvieron un importante antecedente con Gonzalo Bautista, un hombre que usó todos los medios del Estado para intentar aplastar a los entonces grupos de universitarios que habían sacado de la UAP al Frente Universitario Anticomunista.

Como parte de eso odio, el 20 de julio de 1972, en la calle 24 Sur un comando –al estilo de los actuales sicarios del narcotráfico– interceptó al entonces director de la preparatoria Benito Juárez de la UAP, Júel Arriaga, y lo ametralló. El 20 de diciembre de ese año asesinaron al profesor Enrique Cabrera Barroso. Y cinco meses después también fueron ultimados a mansalva un maestro y cuatro estudiantes universitarios, así como un obrero que pasaba por el edificio Carolino, a la misma hora que se llevaba a cabo el desfile del 1 de mayo. Todos los homicidios fueron a manos de hombres que trabajaban para el sistema, y siempre hubo la presunción de que actuaron bajo las órdenes de Bautista.

Pero como Bautista fue uno de los hombres percusores de la actual élite política que gobierna Puebla, siempre le brindaron impunidad en todos los órdenes.

Una prueba de ello es que la pasada administración estatal, encabezada por Melquiades Morales Flores, enterró la última posibilidad que había de investigar la participación de Gonzalo Bautista en el asesinato de Júel Arriaga Navarro. Hace cuatro prescribió el delito de homicidio en este asunto, y el entonces titular de la Procuraduría General de Justicia, Héctor Maldonado, por órdenes del gobernador en turno, fingió una supuesta investigación que no tenía otro propósito que brindar protección al ex mandatario que falleció en la mañana fría de este domingo.

Ese comportamiento se puede explicar de esta manera: cuando Bautista desató una campaña de terrorismo contra la UAP –que incluyó girar una orden de aprehensión contra el entonces rector de la institución Luis Rivera Terrazas–, convocó a una multitudinaria marcha el 18 de octubre de 1972, en la que participó Melquiades Morales Flores, quien apenas era un joven militante priista que buscaba insertarse en las cúpulas del poder político.

Meses después de esa movilización, cayó Gonzalo Bautista y el joven priista Melquiades Morales Flores pudo ascender a la presidencia del Congreso local. Ahí empezó la carrera ascendente de este político poblano que desde esa época no deja de ocupar cargos públicos.

Bautista O’Farrill fue hijo de Gonzalo Bautista Castillo, un militar que fue el brazo derecho de Maximino çvila Camacho, aquel famoso gobernador que en los años 40 se caracterizó por ser un gángster en el poder.

Años después de que Bautista O’Farrill dejó el cargo se refugió en una de sus propiedades: el cerro de La Calera que, con el pasar de los años, se convirtió en uno de los pulmones de la ciudad de Puebla. Una de las pocas zonas arboladas que quedaron en la capital del estado.

En ese cerro Bautista empezó a fraccionar y vender lotes para la construcción de casas para familias de clase media alta o alta. Aun así quedaron vivos los bosques.

Pero a mediados de los años 90, el ex gobernador violando las normas que regulan el uso de explosivos reinició las excavaciones de una mina de cal que está en las faldas de ese cerro. Una familia se inconformó por esa situación no solamente por los estallidos de dinamita que había a diario, sino porque su casa ya se había cuarteado y el bosque de la zona también sufría las consecuencias.

Ni las autoridades estatales ni federales se atrevieron a actuar contra Bautista. El ex gobernador, fiel a su estilo, emprendió una campaña de hostigamiento contra la familia que denunció el uso de explosivos, que incluyó mantas con leyendas xenófobas.

Años más tarde, no hace mucho, la familia de Gonzalo Bautista inició otro proceso de depredación de los bosques de La Calera.

Consistió en la construcción de 2 mil casas, como parte de un fraccionamiento que se llama Pedregal de La Calera, que implicó la destrucción del bosque y todavía se tenía el cinismo de que se promocionaba la venta de los inmuebles con publicidad que decía que era un lugar en donde se convive con la naturaleza. Por cierto, uno de los últimos inversionistas en este proyecto fue el empresario Kamel Nacif.

Y por si fuera poco, se ha mencionado que los intereses del finado gobernador también están presentes en el proyecto inmobiliario que se pretende llevar acabo en la reserva ecológica de Toltepec –que está atrás del cerro de La Calera–, que es un lugar donde habitan nueve de las 14 especies de encinos del país. Curiosamente, por esa zona se hizo pasar una parte del periférico en lo que parece ser una medida para favorecer a los empresarios que quieren destruir miles de árboles y llenar la zona de pequeñas casas.

Uno de tantos políticos que ayudó a ese proyecto fue Luis Paredes Moctezuma. En el trienio en que este panista fue alcalde de Puebla se declaró a Toltepec como una zona protegida, pero al mismo tiempo permitió que al no concretarse un proceso de levantamiento topográfico esa declaratoria quedara sin efecto.

Todo indica que el comportamiento de Paredes se pudo deber a que era un político agradecido con Bautista, pues le permitió en los años 70 formar parte de las bandas de terroristas derechistas que actuaron bajo la impunidad que les brindaba el gobierno del estado.

Por eso Bautista únicamente será recordado por aquéllos a quienes benefició con su actitud terrorista y de depredador del medio ambiente. Nada positivo queda en la memoria de su actuar como político y empresario.

 
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