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Puebla > Política
viernes 26 de mayo de 2006

Un fracaso, la política del combate a la pobreza de Fox, Zedillo y Salinas: Boltvinik

Ignacio Juárez Galindo

Sumado a los problemas de descoordinación dentro del gobierno federal en política social y la subordinación de ésta a la política económica, las estrategias de combate a la pobreza impulsadas por los últimos tres gobiernos federales han resultado un fracaso. Por si esto fuera poco, más de dos decadas de neoliberalismo en la República Mexicana provocaron una disminución del 10 por ciento en las oportunidades de bienestar en comparación con 1981, y el incremento sustancial de la pobreza.


Carlos Hernández, Alejandro Villar Borja y Julio Boltvinik durante su participación en el foro “El fracaso de la política social del PRIAN”, en donde el especialista en pobreza dijo que las oportunidades de bienestar social son producto de la acción conjunta de la política económica y social n Foto: Rafael García Otero

Lo anterior fue comentado por Julio Boltvinik, uno de los especialistas más reconocidos en el estudio de pobreza en el mundo, quien afirmó que una muestra del fracaso de la política de focalización de la pobreza es la encuesta de 2004: el gobierno federal reconoció que había 5 millones de “pobres de capacidades”, pero el programa de atención sólo incluyó al 36.6 por ciento de ese universo, es decir, hubo una exclusión real de casi dos terceras partes.

Apuntó que de los 3.4 millones de pobres que llegaron a ser atendidos mediante Oportunidades, se comprobó que sólo 1.8 millones eran realmente pobres. Pero, dijo, las autoridades federales tomaron la decisión de fijar el número de personas atendidas en 5 millones, y no permitieron el ingreso de ninguna familia más. “Sólo están administrando la pobreza”, puntualizó.

Durante su visita a la ciudad de Puebla, en donde participó en el foro “El fracaso de la política social del PRIAN”, organizado por la Redes Ciudadanas Transición Democrática, Movimiento Social Poblano y Movimiento Ciudadano Unido, Julio Boltvinik explicó que antes de 1983 México impulsó un “proyecto de autodeterminación nacional” que duró medio siglo y transformó radicalmente al país.

Está comprobado, dijo, que la autodeterminación “es condición necesaria del desarrollo”, pero a raíz del sexenio de Miguel de la Madrid Hurtado ese modelo se sustituyó por una de “subordinación global”, que consiste en la dependencia total del capital y tecnología provenientes del exterior, y eso provocó la destrucción de “las condiciones de la necesidad social del desarrollo de muchas capacidades”.

Así pues, apuntó el también miembro del Sistema Nacional de Investigadores, México se enfrenta en la actualidad a una “atrofia” de sus capacidades empresariales; la mayoría de las empresas nacionales creadas antes de 1983 ahora son dominadas por trasnacionales; se impuso un modelo maquilador en donde el diseño completo del proceso de producción y el producto fueron previamente impuestos desde el exterior, y aquí sólo se lleva a cabo el proceso de ensamblaje.

Incluso advirtió que aunque durante el periodo de gobierno de Fox haya habido un crecimiento económico esto no significaría alcanzar un desarrollo económico, debido a que nuestras capacidades productivas prácticamente están desmanteladas.

La regulación global a la que México se sumó, expuso Boltvinik Kalinka, también trajo consigo “una carrera hacia abajo” y produjo una especie de “dumping social”, mediante el cual los países subordinados buscar poner fin a todas aquellas conquistas laborales alcanzadas desde el siglo XIX, como la negativa del trabajo infantil. Buscan reducir al mínimo los salarios y beneficios laborales de los ciudadanos con el único objetivo de ganar mayor competitividad, sin darse cuenta de que esta medida lo único que ha producido es la “pauperización (sic) de toda sociedad”.

Acompañado por Alejandro Villar Borja y Samuel Tovar, ex candidato a la gubernatura del estado por el Partido de la Revolución Democrática e investigador de la Universidad Autónoma de Puebla, respectivamente, expuso que las oportunidades de bienestar social (OBS) son producto de la acción conjunta de la política económica y social.

Así pues, tomando en cuenta una serie de indicadores como el gasto social, la educación y el tiempo libre, el especialista explicó que los estudios demuestran que después de dos décadas de gobiernos neoliberales hubo una disminución del 10 por ciento en las OBS en comparación con 1981. Esa disminución, mencionó, se explica por la incapacidad de la política económica para lograr un crecimiento sostenido y por un aumento muy fuerte de la desigualdad.

Agregó: “la pobreza de ingresos fue sustancialmente más alta en 2000 que en 1981, en contraste con las pobrezas específicas, que incluyen educación, vivienda y servicios, atención a la salud y seguridad social. El gasto social per capita, sin incluir subsidios generalizados, es hoy también mucho más alto; sin embargo, la pobreza integrada, que incorpora ambos tipos de pobreza (de ingresos y específica), aumentó en el periodo. Es decir, la baja de oportunidades se tradujo en los hechos en un aumento en la pobreza. Aunque las tasas de mortalidad infantil y preescolar son sustancialmente más bajas que en 1980, los cálculos muestran que podrían ser mucho más bajas todavía, ya que el aumento en la pobreza por ingresos y en la desigualdad frenaron su baja”.

Julio Boltvinik indicó que México enfrenta dos problemas nodales en cuanto a la política social: la inexistencia de mecanismos intersectoriales para la formulación e instrumentación de la política social, de ahí que “la única institución que posee una visión integrada de la política social es la Secretaría de Hacienda y Crédito Público. Por otra parte, existe una separación tajante entre la política económica y la social y la subordinación de la segunda a la primera.

El modelo neoliberal, indicó, parte de la premisa de que el buen funcionamiento de los mercados permite alcanzar el máximo bienestar posible; de ahí que ahora es impensable la intervención en los mercados e influir en el bienestar social fijando salarios mínimos crecientes en términos reales, control de precios y subsidios a los bienes básicos. En la actualidad, “para que los pobres extremos no mueran de hambre se les dan transferencias monetarias focalizadas, se subsidia la demanda”.

Desde 1997, abundó el actual diputado federal del PRD, el gobierno federal estableció su política de combate a la pobreza aplicando puntualmente las recomendaciones del Banco Mundial. Esa propuesta establece concentrar todos los programas y recursos para la atención de los pobres extremos, mientras que el crecimiento del resto de la población debe estar sujeto a las “libres fuerzas del mercado”. De hecho, dijo, un ejemplo concreto fue el impulso a la privatización de la educación superior y la imposición de tarifas en aquellos programas sociales universales.

La propuesta del BM aplicada en México, abundó, no tomó en cuenta la complejidad de la dinámica social que, al transformar radicalmente para grandes sectores de la población el acceso a bienes y servicios, puede significar un cambio cultural que convierte éstos en una necesidad social. Tampoco fueron consideradas las “enormes ineficiencias y distorsiones que se generan como consecuencia de la focalización individualizas”.

La adopción de esta nueva agenda de pobreza propuesta por el BM se realizó sin que las autoridades mexicanas hicieran un análisis de las experiencias de otros países que la aplicaron anteriormente. Por ejemplo, manifestó, en Estados Unidos esa política de focalización de la pobreza se aplicó desde 1964, pero 40 años después los especialistas más distinguidos de ese país concluyeron que “el éxito es igual a cero, es más, existen más pobres que en 1963”.

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