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Tlaxcala
lunes 20 de febrero de 2006

EDITORIAL

PROCURAR LA JUSTICIA

La revelación de las conversaciones entre el gobernador de Puebla, Mario Marín, y el empresario propietario de Tarrant en Tlaxcala, Kamel Nacif, reflejan claramente la indefensión en que viven las personas ante un poder que pocos elementos de control y vigilancia ciudadano tienen para contenerse. Mientras que por un lado irrumpen en la vida privada, por el otro utilizan la ley para perseguirlos.

Con el pretexto de combatir la delincuencia, como si todos fueran delincuentes, y sin que medie orden judicial alguna, las autoridades federales y estatales se han dado a la tarea de husmear en la vida íntima de los ciudadanos. Las labores de inteligencia son utilizadas como un pretexto para vigilar a quienes se oponen o disienten de las voces oficiales.

Las procuradurías de justicia en los estados, al depender directamente del Poder Ejecutivo, hacen que todo el aparato judicial se subordine a los intereses y caprichos del gobernador en turno, quien lo utiliza de manera discrecional para beneficiar a los socios y amigos, con lo que se incrementa la impunidad, o para castigar a los adversarios, con lo que se aumenta la injusticia.

Siendo la justicia uno de los puntos más sensibles de la relación entre el gobierno y la ciudadanía, éste debe servir para crear, establecer y vigilar que la relaciones sociales sean de la manera más civilizada posible y no para proteger la delincuencia organizada que se da entre el poder constituido y los empresarios.

La propuesta de reforma del Estado que han consensuado los tres poderes en la entidad, necesariamente debe incluir un cambio en la concepción, estructura y dependencia de las instituciones encargadas de la administración de la justicia. A las procuradurías debe dotárseles de autonomía e independencia para que se dediquen realmente a servir a la ciudadanía y no a cultivar la vena autoritaria de los gobernantes.

El que se invada la intimidad ya de por sí es condenable, pero el que no exista ninguna posibilidad de impedirlo resulta mucho más grave.

Tlaxcala se encuentra en el mejor momento y con la mayor oportunidad para quitar la espada de Damocles que pende sobre la cabeza de todos los ciudadanos.

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